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La otra Ilustración: Barrón y Magallanes

Omar Gasca
Israel Barrón

De la Ilustración, europea y básicamente francesa, el matemático, filosofo y enciclopedista D’Alembert, uno de sus pensadores, dijo que ese movimiento cultural del siglo XVIII (Lumières, Enlightenment, Illuminismo, Siglo de las Luces) “lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto…”. Puede ser. Y también puede ser efectiva la afirmación de Lucien Goldmann, para quien aquélla se trató de “una etapa histórica de la evolución global del pensamiento burgués”. La Revolución francesa, la Enciclopedia (Diderot, además de D’Alembert) y muchos conceptos etiquetados que sobreviven hasta hoy, se relacionan con todo ello.

Pero las nuevas generaciones piensan, con más frecuencia, en la otra ilustración: la de los artistas plásticos o visuales, los diseñadores y cartelistas, porque hace rato que interesa mucho, sobre todo gracias a la influencia reciente y relativamente reciente del polaco Henryk Tomaszewski, el inglés Neville Brody, el norteamericano David Carson, el austriaco Stefan Sagmeister, el bosnio Mirko Ilic,  el mexicano Manuel Monroy y la argentina Isol (Marisol Misenta), entre muchos otros.

Ilustrar significa literalmente iluminar, alumbrar, sacar a la luz, lo que hace que esa palabra sea doble o triplemente luminosa si consideramos además la irradiación de las ideas y los destellos de talento con que las ilustraciones suelen acompañar un texto, una convocatoria, un llamado; ser eco de una historia, pedagogía, fábula o moraleja de ella y a veces la misma historia. Sin embargo, no todos los ilustradores alumbran. Hay de casos a casos.

Alejandro Magallanes

Dos de los más importantes, requeridos y reconocidos ilustradores contemporáneos nacieron en México, uno en Pachuca, Hidalgo, y el otro en la Ciudad de México. Los dos son artistas visuales, prolíficos, multifacéticos y amablemente envidiados.

La obra de Israel Barrón, el hidalguense radicado en Xalapa, Veracruz, incluye carteles, libros, revistas, ilustraciones para suplementos culturales impresos, ediciones electrónicas y portadas de disco, además de su trabajo plástico conocido a través de 30 exposiciones individuales y media centena de colectivas en Argentina, Canadá, Eslovaquia, Estados Unidos, Israel, Italia, México, Serbia y Uruguay. En 2017 obtuvo la Placa de Oro en la Bienal de Ilustración de Bratislava, entre otros premios y menciones. A ratos, también hace escenografía y para muchos ha sido un gran maestro de dibujo.

Alejandro Magallanes, por su parte, es autor de más de 300 carteles, cualquier cantidad de portadas de libro, ilustraciones, identidades corporativas, marcas, videos, etiquetas de producto, pisos, fachadas, recubrimientos y esculturas, además de diversos híbridos y de su obra poética. Sus carteles se han expuesto en Argentina, Canadá, España, Francia, Holanda, Japón y Polonia, entre otros países. Recibió la medalla Josef Mroszczak en la XVI Bienal del Cartel en Varsovia, además de otras distinciones. Es uno de los profesores más apreciados de Centro, una institución de educación superior dedicada a la profesionalización del diseño, entre otras disciplinas creativas.

Magallanes y Barrón se parecen en su notable capacidad de trabajo, en ser de los pocos, muy pocos, a quienes el estado de la economía reciente no ha afectado, pero, sobre todo, en su capacidad para mantener vivas algunas de las mejores cosas de la niñez: el gusto por el juego, la curiosidad, la empatía y la inocencia.

Israel Barrón

Barrón es cuidadoso, detallado, hasta purista. Su paleta de color es prácticamente invariable, así como sus recursos: pinturas, pinceles, papel, si bien no desconoce los medios digitales. Aunque tiene influencias de pintores e ilustradores y del arte popular, la más fuerte de ellas es su propio amor por los juguetes, lo que hace que todo su trabajo sea involuntariamente autobiográfico sin que tal hecho se oponga a satisfacer las necesidades de un determinado tema. A su oficio, habilidades persuasivas y estéticas, retórica e imaginación, se debe una ilustración empática y simpática, amable y memorable.

Alejandro Magallanes

El niño interior de Magallanes es disruptivo, arriesgado, experimental. Le gusta contravenir las reglas y ser, hasta cierto punto, provocador. Le interesa poco tener un estilo, pero eso mismo hace que lo tenga. Es una especie de mago del orden desordenado, porque a pesar de sus rupturas y desparpajos con respecto a los cánones, de lo aleatorio, la soltura y lo disperso de sus obras, invariablemente éstas tienen equilibrio, simetría, unidad o algún elemento estabilizador. Mueven al asombro. Se trata de un autor culto, formado sobre todo en los terrenos de su propia indagación, si bien algunos modelos, como el gran diseñador Rafael López Castro, le influyeron en sus inicios.

El trabajo de ilustración de Magallanes y Barrón es formalmente distinto, pero hay en ellos un sustrato común: ambos han desarrollado estrategias creativas y sus resultados son elocuentes, seductores, sugestivos y consistentes, a lo que hay que agregar un matiz de sinceridad, de la certeza que con frecuencia se extraña.   

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