Vamos a estudiar el último elemento antes de entrar de lleno en el modo manual de nuestras cámaras, el ISO.
El ISO es un estándar que se encargaba de medir la sensibilidad a la luz de la película en la fotografía analógica, de este modo se internacionalizaba esa sensibilidad para los fabricantes.
En el actual formato digital tenemos la ventaja de poder elegir que ISO queremos utilizar para nuestras fotografías disparo tras disparo, al contrario que en la fotografía analógica que una vez comprábamos un carrete de una determinada sensibilidad (ISO) no podíamos cambiarlo hasta terminarlo.
El ISO va a servirnos de gran ayuda en aquellas condiciones de baja luminosidad en las que una vez hayamos ajustado nuestro diafragma con la mayor abertura posible aun nos dé una velocidad de obturación demasiado baja para tener una foto sin trepidar, al igual que sucedía con el diafragma cada paso de ISO va a permitirnos ganar el doble de velocidad de obturación.
Es decir, si estoy haciendo un retrato a una persona en un lugar con poca luz, he elegido mi número f/ más bajo (por ejemplo, f/2.8) y la cámara me dice que necesito 1/100 segundo de velocidad de obturación, subir un paso de ISO, ISO 200, me va a permitir subir mi velocidad a 1/200, un ISO 400 a 1/400…y así sucesivamente.
Ahora bien, si bien el ISO puede ser un gran aliado, tenemos que saber que su uso es el último parámetro para modificar ya que a medida que vayamos incrementándolo va ir degradándose la calidad de nuestra imagen, la mayoría de las cámaras ofrecen su mejor rendimiento a ISO 100. Encuentro fundamental testar hasta donde podemos subir el ISO de nuestro equipo para saber hasta dónde consideramos aceptable subirlo.