Portada EntretenimientoArte Paul Bosauder. El espíritu del flamenco en Aotearoa

Paul Bosauder. El espíritu del flamenco en Aotearoa

Muchas veces publicamos historias de inmigrantes a Nueva Zelanda pero ¿qué pasa cuando un Kiwi viaja a un país de habla hispana? Latidos NZ tuvo el honor de platicar con Paul Bosauder, quién decidió formar su trayectoria artística en España, estudiando, trabajando y viviendo la pasión del flamenco con los grandes músicos, bailaores y cantaores.

De familia Libanesa, nació en Kuwait de camino a Nueva Zelanda en 1978. Ha recibido la Matrícula de Honor de la Escuela Superior de Música de Catalunya (ESMUC). Presentaciones en Flamenqueria, Teatro Casala, Los Tarantos, Patio Andaluz entre otros lugares de gran tradición han generado sus maravillosas experiencias de vida. También ha tocado en escenarios de Bélgica, Suiza, Grecia, Francia, Líbano, Reino Unido, México, Estados Unidos, y por supuesto Nueva Zelanda, donde ha creado su propio ensamble.

https://www.paulbosauder.com/

¿Cúales son tus 3 más grandes influencias?
Como guitarrista de flamenco, yo creo que todos estamos de acuerdo en que Paco de Lucía ha sido el grande maestro de casi todos. La forma en que nos sentamos con el intrumento, las guitarras  que tocamos, la forma de pensar la música que componemos esta muy influenciada por él, porque ha creado una escuela , siempre esta con nosotros. Cuando estaba en el conservatario  siempre miramos las cosas que hacía porque estaba a años luz.

Diego del Morao, un guitarrista de Jerez. Es joven y ha creado una escuela, tiene una personalidad muy especial, toca increíble el flamenco es algo que tiene magia. Es una persona que tiene ese duende, ese don, su forma de tocar es jugando con el ritmo y la armonías que crea.

Mi maestro Rafael Cañizares, estudié con él durante 6 años. Es de los más importantes guitarristas de la escuela de Barcelona. Casi todos los profesionales de Barcelona han pasado por su casa. Para mí, siendo extranjero, él fué la primer persona que me enseñó el nivel de como ser un profesional en el flamenco. Es exigente y cuando ve que haces el trabajo y el esfuerzo te reconoce, es muy justo. Además de enseñarme el oficio de tocar, me motivó muchísimo a componer, a encontrar mi forma de expresarme. Entrar a un mundo donde hay dinastías, donde hay generaciones y generaciones de gente haciendo esa música, es complicado. Puedes pasar la vida entera intentando imitar a los demás y jamás harías nada, te vuelves loco. En cambio puedes buscar tu propia forma de tocar y entender esa música, siendo fiel a tu manera personal de expresarte.

Foto: Julia Franchino @neptuniamoon

¿Fué difícil ser aceptado por el público y el mundo del flamenco?
No fue tan complicado. Hay niveles y niveles. Te vas a New York y hay miles de bares y toca cualquiera inclusive si no sabe tocar. Para subir los niveles, el flamenco es muy justo, te coloca donde realmente perteneces. Yo llegué ahí sin saber nada, empezé desde cero con otras personas que también estaban empezando desde cero. Con ellos comenzamos en bares, en peñas, en un tablao, luego una companía de baile, subiendo poco a poco. Fué una cosa muy natural. Yo creo que los primeros dos o tres años me comía el coco que van a pensar de mí, pero llega un punto en que ya te da igual porque presentas lo que tu sabes. No es que todo el mundo va a gustar de lo que yo hago ni España ni en ningún otro sitio. Y eso se aplica a todos los guitarristas, porque hasta critican a Paco de Lucía. El flamenco es una cosa muy suya, pero hay niveles y a un nivel muy básico fue fácil. En España saco la guitarra y empiezo a tocar para un anciano aficionado del flamenco y le entran ganas de cantar, al final eso es lo más importante, que alguien quiera cantar o bailar cuando tu tocas, o que ellos entienden lo que yo quiero expresar con mi música.

La experiencia de tocar en tablaos

He tocado en muchos  lugares en Barcelona, en teatros, en tarantos, en companias de baile.  En Andalucía se escucha otra forma del flamenco. Quizás menos académica, más real, de la calle. He tocado en peñas y tablaos de Sevilla, como Flamenquería,  Milagritos, El Laberinto, La peña Alfalfa. Hay mucha gente en Sevilla que no es famosa pero esta luchando para hacerlo mejor. Convives con gente muy buena, hay muchos premios de cante y baile,  es muy bonito estar con esa gente y yo puedo trabajar sin hablar.  Si nadie me presenta, y el público no habla conmigo,  nadie se entera que vengo de Nueva Zelanda.  

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¿Existe una comunidad Gitana en Líbano?

No hay una comunidad tal y como existe en España o en Rumania. Sí que hay Armenios. Yo solo viví ahi un año, no llegué a conocer a nadie ni había mucho flamenco. En el Sur de Francia sí conocí Gitanos, hay mucha gente que toca flamenco.

Tienes un ensamble de cantaores y bailaores en Nueva Zelanda ¿Cómo juntaste esa comunidad?

Pasé 6 meses trabajando con artistas en sitios diferentes en todo  el país ensayando, construyendo el ensamble.  La comunidad de flamenco en Nueva Zelanda es muy pequeña. Hay muy poca gente que lo hace y a lo largo de 14 años he conocido a casi todo el mundo que toca y baila. También he dado clases a gente en cada región.  Jessica Garland es la bailaora que iba a venir con nosotros, es una chica de Wellington. Ella ha bailado desde su infancia al igual que su madre y ha tomado clases en Sevilla.

Durante el tiempo en que las fronteras estaban cerradas, no pude traer nadie de España. Así nació el ensamble con gente de aquí. Ensayamos mucho en Wellington y Auckland. Hay músicos de Hawkes Bay que han venido a mi casa a ensayar cada semana durante meses. Tenemos violinista de Wellington con conocimientos de clases en la India y trabajamos mucho para que entendiera el lenguaje y la música.  Presentamos el proyecto en el Festival de Arte  de Hawkes Bay en Octubre  pasado. Estaba un poco nervioso porque realmente no hay cultura del flamenco aquí.

Ha sido un esfuerzo mayúsculo viajar  por todo el país para preparar el tour. Antes de la pandemia, yo siempre estaba de gira, con 20- 30 conciertos al mes, viajando por todo el mundo. Tocando en México, EU, España y otros paises. Volví a Nueva Zelanda  para poder trabajar aquí. Y como tenía fechas en los festivales Womad y Splore, no podía presentarme yo solo, por eso decidí armar un ensamble. 

Con el esquema del semáforo rojo todo se ha arruinado. Este tour estaba pensado para teatros grandes, porque hay que pagar a todos los artistas y equipo de producción. Extraño mucho tocar en vivo y sentir el calor de la gente, es importante para un artista. ¡Tantos ensayos y al final no haber tocado! Perder esa conexión con el público y estar aquí varado en un poco frustrante. Ojalá en el futuro se pueda programar de nuevo el tour.

Ahora me estoy enfocando a la composición, quiero grabar un disco en España. Y tal vez en Octubre pueda hacer una gira en teatros grandes. La cuestión económica para un artista es muy difícil, pero también el hecho de no poder tocar ante el público, no sentir el calor del escenario y que la gente no pueda vivir esa experiencia es una lástima. La gente se esta perdiendo de algo muy bonito. 

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 ¿Qué le recomiendas a los jóvenes para que mejoren su educación musical?


Una cosa que enseña el flamenco es que el trabajo es mayúsculo.  Hay que trabajar mucho y es mucho más dificil de lo pensamos. Hace cualquier tipo de música a nivel internacional es muy complicado. Entrar a un estudio de grabación y hacerlo bien. La gente nos vé en los escenarios, pero no vé todo el trabajo en casa y las horas de práctica y todo lo dramático. Yo por ejemplo me veo en el espejo y grabo mis horas de práctica. Escucho mucha música y disfruto de los grandes. Si escuchas algo que te sorprende, debes agarrar ese momento y analizarlo a fondo. Entender los acordes y cómo se ha creado la melodía, la estructura, todo esto lo tengo mucho en cuenta cuando compongo y cuando toco. Intento siempre aprender de los grandes. Da igual si haces  jazz, rock, punk, reggae, hip hop. Hay que saber la referencia y hay mucho que aprender.

Me gusta entender que tiene cada estilo, saber que es lo hace funcionar. Cuando viajas y ves con tus ojos como la gente hace música en otras partes del mundo te revienta. La primera noche en mi vida que estuve de fiesta en España con gente que sabe tocar y cantar  fue maravilloso, no lo podia creer. Tienes que salir de tu casa y vivir. Para mi vivir esa experiencia cambió mi vida. Si no has estado ahi, ¿cómo vas a capturar esa esencia? Y luego viene Spotify… puedes escuchar online y darte una idea, pero si nunca has vivido esa música de cerca es muy dificil que lo entiendas. La música que has vivido, que has escuchado con tus oídos, que has visto con tus ojos, que has sentido en la piel el calor de Andalucía, te llega de otra forma. 

Hay que salir de la casa, viajar vivir, aprender y sufrir como uno más. Cuando llegué a España aprendí a crecer. Aprendí como uno de ellos, pasando noches enteras hasta la 7 am,  la Soleá  ha levantado otra vez y seguimos tocando Bulería.  No todo se puede aprender online. 


¿Cómo fue tu experiencia migratoria?

Todos que hemos ido de un sitio pa’ otro entendemos que no es nada fácil.  En el momento en que una persona llega aquí desde otro país cuesta trabajo no sólo por el idioma, la hora de comer, las formas, entender a la gente, la hora de dormir. Es un proceso muy largo. No es como ir de vacaciones, el turismo es muy diferente de la inmigración.  Llegué a Barcelona en 2004 – 2005 por primera vez. Compré una guitarra y un libro y me regresé a Nueva Zelanda a aprender solo en mi casa en Youtube y aprendí muy poco. En 2007 regresé a Barcelona y comenzé a estudiar 3 años con un maestro, después 6 años con Rafael Cañizares hasta 2016. Realizé un grado superior en interpretación. Estudios formales de música casi 9 años.  Llegué hablando español básico, pero la mayoría lo aprendí viviendo allá. El primer año fué más difícil de lo que imaginé. El papeleo, los trámites, buscar piso, seguro médico. Respeto muchísimo el Catalán y su cultura también.

En que países de Latinoamérica has tocado? 
En México, 3 veces. Guadalajara, Puerto Vallarta, CDMX y televisión.  Hay mucha afición al flamenco, me encantó estar allá. Hay muchos bailaores y cantaores.  La bailaora que trabajó conmigo en la última gira que tuve en Nueva Zelanda es mexicana, Triana Maciel Prats. Ella es la cuarta generación de bailaoras en su familia, ha ganado premios en Madrid.


Recuerda checar este enlace para futuros conciertos https://www.paulbosauder.com/tour

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