Son las 10 de la mañana y Lulú y yo paseamos por la orilla de Orakei Basin disfrutando de un lindo día de verano. Lulú es impaciente y está deseando conocer a Vania. Nos dirigimos a Ampersand Eatery, en el centro comercial de Orakei Village y una agradable mesera nos acomoda en una mesa de la terraza.
Hoy conoceremos a Vania Truchsess, una exitosa diseñadora de joyas y accesorios de moda procedente de Venezuela y gusto exquisito para crear piezas únicas en el mercado neozelandés. Vania llegó a Nueva Zelanda hace 7 años con su familia, escapando del conflicto sociopolítico que sacude Venezuela.
Solo unos pocos minutos después los dos podemos reconocer a una joven y esbelta chica haciéndose paso entre las mesas del restaurante, con una gran sonrisa en la cara y un largo y ondulado pelo castaño. Vania se une a nosotros en la mesa y desde el primer momento nos hace sentir muy cómodos en su compañía y comenzamos a conversar como si nos conociésemos desde hace tiempo.
Hola Vania, antes de nada, muchas gracias por tu tiempo y por contarnos más sobre tu negocio y parte de tu historia.
VANIA es el nombre de tu marca de accesorios, ¿Qué la hace especial?
Nuestras piezas de joyería y accesorios están diseñados de manera exclusiva y hechos a mano de piedras preciosas y materiales importados de todo el mundo. La mayoría de nuestras piedras son cortadas y pulidas en China, y las uso principalmente por la conexión que tienen con la Madre Tierra.
¿Y es cierto eso que dicen que las piedras preciosas tienen propiedades especiales o incluso mágicas?
Es cierto que algunos de mis clientes buscan ciertas piedras preciosas por las propiedades que se les atribuyen. Hay gente que compra una cierta pulsera porque busca pareja o porque quieren recuperar una sensación que tenían en su niñez; yo les suelo decir que estoy encantada de venderles la pieza, pero que no pueden esperar encontrar su alma gemela solo por comprar una pulsera. Si que es cierto que un amuleto sirve de recuerdo para que alguien trate de ser más positivo, sonreír más o recordar algo que desean con fuerza.
Vania lleva varias de sus piezas en sus muñecas y el cuello y llama la atención el color y la elegancia de los accesorios, algo que no es muy común aquí. Miro a mi alrededor y me sorprende ver que muchas de las personas a mi alrededor no usan joyería o es casi invisible al ojo humano.
¿Te importaría contarnos como llegaste a vivir en Nueva Zelanda?
Fue un proceso duro, como el de muchos inmigrantes. …y cuando vinimos nuestro plan A, B, C y D era quedarnos acá. Mi papá siempre nos decía: “Al principio nos va a tocar chupar limón, pero luego todo mejorará y nos vamos a ir acostumbrando” y fue exactamente así.
Al llegar tuve que compartí cama con mi hermano, estudiaba y trabajaba a tiempo partido de nanny y a veces de mesera. No fue fácil, pero creo que lo peor fue el clima. Yo vengo de Maracaibo, donde todo el año el clima es cálido, y cuando llegué acá comenzaba el invierno y no tenía ni abrigo, así que tuve hasta que tomar ropa prestada.
¿Y echas de menos Venezuela?¿Volverías?
Es una pregunta difícil, echo de menos el calor y la fruta, sin duda alguna. La fruta que tomaba allá no la he podido encontrar acá, tan jugosa y sabrosa. Además, el clima de acá es muy frio y no me acabo de acostumbrar, en invierno se te hielan los huesos.
Sobre el tema de volver, es cierto que echo de menos a mis amigas y familia, pero tuvimos que irnos por la situación de miseria que había allá y no podemos echar la vista atrás. Mi vida ahora está acá y no me imagino tener que volver a vivir con cortes de electricidad o ver a mi madre pasarlo mal por no poder comprar carne o productos básicos.
¿Cómo empezaste a diseñar joyería?
Estudié diseño de moda en Venezuela y trabajé para una amiga de mi madre en una tienda en la que vendía joyería muy parecida a la que yo hago hoy día. Cuando hubo un gran paro petrolero en Venezuela, todo el mundo tuvo un sentimiento muy patriota y aproveché la oportunidad para vender pulseras con los colores de la nación y amigos y familia comenzaron a comprarlas. Al llegar acá no encontraba accesorios que me gustasen y comencé a formarme para poder diseñar bisutería y a trabajar con piedras preciosas.
Dime una pieza que sea especial para ti:
Creo que el jaspe, o dalmatian jasper, de color blanco y negro, que es un material bien poroso y alto en calcio y se dice que te ayuda a redescubrir el niño que hay dentro de ti, la ilusión, la vitalidad y la alegría. El jaspe despierta la curiosidad y las ganas de disfrutar de lo elemental de la vida.
¿Qué podemos espera de VANIA en un futuro cercano?
Me gustaría centrarme en accesorios y bisutería de calidad. En este momento algunas de nuestras piezas tienen un enchapado en oro en vez de un bañado, ya que esto hace la pieza mucho más gruesa y duradera. Estoy pensando hacer un curso para poder hacer anillos para poder completar la colección de bisutería.
En el futuro espero poder ofrecer más piezas de gran calidad y materiales exclusivos, para gente que sepa que invierte en un producto que les durará mucho tiempo y que se pueda convertir en una pieza muy apreciada por la persona que la use.
Después de un agradable rato tomando café y conversando con Vania, nos despedimos y Lulú y yo caminamos hacia el parking pensando en lo increíble que es que alguien tan joven haya abandonado su país sin mirar atrás y esté construyendo un futuro en el mundo de la moda y el diseño con la alegría y el esfuerzo como los hace ella.
A nosotros nos han encantado los pendientes, collares y pulseras de Vania, si quieren revisar su colección, visiten su web vaniatruchsess.co.nz o su cuenta de Instagram vania.co.nz
- Un sitio de Nueva Zelanda: Wanaka, la caminata de Rob Roy Glazier es increíble.
- Una canción: Slings and Arrows de Fat Freddy’s Drop. A ellos los seguía desde antes de saber que iba a venir a vivir a Nueva Zelanda.
- Una comida: Ceviche, no he estado todavía en el nuevo Ceviche Bar de Besos Latinos pero tengo ganas de probar.
- Un consejo para los lectores de Latidos: Manténganse curiosos, no se cierren las puertas a nada. Los latinos tenemos un carisma especial y debemos aprovecharlo.
Texto de Javier Yébenes y fotografía de Julia Franchino.