Portada SociedadEntrevistas Conocé a Tomás Tonnelier, importador de vinos argentinos en Nueva Zelanda.

Conocé a Tomás Tonnelier, importador de vinos argentinos en Nueva Zelanda.

Ashelen Tejerina
Tomas Tonnelier en el depósito de Winetrades de Auckland. Foto por Julia Franchino Dubor.

Una de las cosas que más me llamó la atención cuando vine a vivir a Nueva Zelanda, allá por el 2016, fue encontrarme con productos latinos en las tiendas y licorerías del barrio (que de barrio no tienen nada, vale aclarar). Con el paso del tiempo fui entendiendo que era fácil traer dulce de leche, yerba o mates, pero algo que me seguía generando curiosidad era el tema de los vinos. ¿Quién los traía? ¿Por qué había tantos vinos argentinos en las góndolas del supermercado y de las licorerías? ¿Alguna multinacional se encargaba de distribuirlos? ¿Los traían los latinos en sus valijas y se los vendían directamente a los comercios? (Bueno, eso seguro que no, ¡pero nunca se sabe!). Todas esas preguntas las pude contestar unos años después: Winetrades, la empresa de distribución y comercialización que fundó el argentino Tomás Tonnelier -quien viene de familia relacionada con el vino como su apellido también lo indica- es una de las encargadas de que podamos contar con vinos argentinos y chilenos en los supermercados y, por consiguiente, en nuestras mesas.

Tomás nos contó cómo fueron sus comienzos en el país, cómo se decidió por importar vinos y cómo fue su paso por El Borracho Wine Shop, la tienda de la que supo ser dueño. ¿Hay un vino para cada persona? ¿Cómo se toma el vino tinto? ¿El blanco siempre tiene que ir en la heladera?

Leé la nota y conocé su historia. ↓ ↓ __________________________________________________________________________________________________________________________________

Tomas, ¿qué hacías en Argentina y cómo viniste a parar a Nueva Zelanda?

En Argentina estudié Administración de empresas y trabajaba en el hotel Hyatt de Mendoza, fue el primero 5 estrellas de la provincia y le daban mucha bolilla al tema del vino. Estuve un tiempo ahí pero sabía que quería viajar o al menos conocer otros lugares y formas de vida. A Nueva Zelanda llegué en el 2004 con mi mujer, que en ese momento era mi novia. Ambos con la Work and Holiday Visa. Somos de los primeros te diría en haberla utilizado ya que esa visa arrancó en el 2002 si mal no recuerdo. Yo ya había estado en Australia trabajando en una bodega, también con la WHV. Sabía de Nueva Zelanda porque jugué mucho tiempo al rugby y porque cuando fui a Australia hice el stopover acá. Así que cuando se me terminó la visa en allá, nos vinimos para acá. 

¿A qué se dedicaron cuando llegaron?

Empezamos en el hotel Hyatt. Yo era Jefe de banquetes y mi señora trabajaba conmigo. Ahora seguimos trabajando juntos en Winetrades, que es mi empresa con la que comercializo vinos. Ella se encarga de las ventas. Pero cuando estábamos recién llegados, fue como todos los latinos, pasamos las mismas cosas: jornadas larguísimas de trabajo, horas interminables a las corridas por un salario mínimo que si bien te permitía vivir, no es con lo que uno sueña. Como estábamos en un hotel, hemos llegado a trabajar hasta 90 horas semanales en épocas en que había muchos eventos. A los 3 meses de empezar bajó un poco la temporada y ahí nos relajamos y pudimos irnos de vacaciones, después de todo ese esfuerzo.

¿Estuvieron mucho tiempo trabajando en el hotel?

En diciembre de ese mismo año (2004) presento mi renuncia porque queríamos viajar y recorrer y el hotel me dice que no quería que me fuera, entonces les dije que no me iba a quedar para estar en el mismo puesto. Me ofrecen otro puesto, más dinero y las vacaciones pagas, ¡2 meses! Claramente lo agarré y eso me sirvió para poder aplicar a la residencia, la cual obtuve en el 2006.

Comercialización y distribución de vinos: El negocio familiar.

Tomas Tonnelier y los palets de Bodega SÉPTIMA. Foto por Julia Franchino Dubor.

Vos venís de familia relacionada al vino. Incluso tu apellido tiene esa connotación, ¿no es cierto?

Sí, mi apellido significa el que hace los barriles. Mi papá era ingeniero agrónomo, en su época vendía los barriles a las bodegas para hacer vinos también. Crecí con los vinos, casi que era una progresión natural que iba a terminar trabajando también con ellos. Hemos vivido en la bodega Santa Ana mientras él cuidaba de los viñedos. Yo estudié administración, pero siempre supe que iba a terminar trabajando en algo relacionado a la viticultura, que es lo que me gusta. Y así creé Winetrades, el negocio familiar que llevamos adelante.

¿Cómo está conformado entonces Winetrades y a qué se dedica?

Laura, mi mujer, da clases en Les Mills y se dedica a las ventas de los vinos en Auckland. Yo suelo viajar a hacer los tastings en distintas partes del país. También tenemos una persona que comercializa en Wellington y otra en Christchurch que es un fenómeno, tiene 81 años. Él me contactó y se ofreció para vender en la isla sur. Uno de los mejores vendedores que conozco te digo.  Lo que hacemos es traer vinos de buena calidad y venderlos en grandes cadenas comerciales, a mí me gusta mucho interiorizar a las personas sobre nuestros vinos, que conozcan y que se animen a descubrirse como buenos bebedores de vinos.

Winetrades, el primer hijo de Tomás y Laura. 

Tomás, si bien vos tenías otros trabajos, tu fuerte es Winetrades. ¿Cómo arrancaste con esto de la comercialización de vinos?

Arranqué en el 2011 con este emprendimiento. Después de la residencia, en el 2006, empecé a trabajar en una empresa de tabacos pero me resultaba fácil, hasta te diría aburrido, tenía mucho tiempo libre incluso en horas laborales. Un día se me ocurrió traer vinos, me anoté como importador y obtuve la licencia. Una vez que tuve todos los papeles necesarios, que son un montón, llamé a un amigo que en ese entonces trabajaba en la bodega Séptima en Argentina y le dije que me mandara un palet. Llegó el palet y mi mujer me dice “¿¡qué hacemos con todo esto si no lo vendes!?” y le dije “bueno, tendremos que tomarlo” (risas). Pero no hubo que tomarlo ya que lo vendimos todo. Y así empezamos con toda esta locura que hoy por hoy es mi trabajo principal.

Te mandaste a traer un palet que son 120 cajas de 6 vinos cada una, es decir 720 vinos. ¿Cómo hiciste para venderlos todos?

Fue un trabajo a pulmón, así de sencillo. Yo estaba en la tabaquería de 10 a 18, salía de ahí y me iba a los negocios con mi lista de precios y el portfolio que había confeccionado para poder vender los vinos. Me presentaba, les hablaba de las uvas que teníamos en Argentina, les contaba de las bodegas, fue un trabajo arduo porque tenía que explicarles todo.

¿Fue fácil introducir en el mercado neozelandés los vinos que traías?

No, no fue para nada fácil. ¡Imaginate que cuando arranqué tuve que explicarles qué era un Malbec porque no tenían ni idea de qué uva era siquiera! No estaban familiarizados con ella en ese entonces. Lo que marcó la diferencia para que pueda entrar en el mercado y hacerme conocido fue que yo les ofrecía hacer tastings en los locales: iba al negocio, me ponía con una mesita, unas copas y una o dos botellas. Cuando entraban clientes, me ponía a hablarles del vino, se los hacía probar y así los vendía. 

¡El arte de los latinos para hacer maravillas es increíble!

(Risas) Sí, para mí, la mejor promoción/marketing era el contacto con el consumidor final: pasar unas horas hablando de Argentina, del vino, dándolo a conocer, incentivando a que la gente se animara a probar un Malbec que nunca en su vida habían escuchado nombrar siquiera. Cuando lo probaban les gustaba, cuando escuchaban el precio, me lo sacaban de las manos. Porque eso es algo que tienen nuestros vinos, la relación calidad – precio es muy buena. 

¿Cual es el vino argentino que más se vende en Nueva Zelanda?

El Malbec. El principal es el Trapiche, que es una empresa gigante, tiene como 30 personas vendiendo acá. El segundo más vendido es el Séptima, que es el que nosotros tenemos en Winetrades. 

¿Sólo vinos argentinos traes?

No, tenemos de Chile y de España también. Somos los segundos en cuanto a volumen pero los primeros en cuanto a variedad. Nosotros tenemos blancos, tintos, espumantes, baratos, caros, carísimos (risas). Hay de todo. Si bien mis clientes son los negocios, mi idea es en algún momento poder abrir una tienda online para que cualquiera pueda comprar vinos directamente a nosotros sin tener que ir al supermercado o a la licorería.  

El Borracho Wine Shop: El local argentino que los latinos (aún) recuerdan.

Si bien Tomás siempre se dedicó a la comercialización y a la distribución de vinos a negocios mayoristas, allá por el 2014 decidió abrir El Borracho Wine Shop, el local en donde vendía los vinos que traía.

“Hace 5 años estaba visitando a un cliente y fue cuando vi el local vacío y me dio la idea. Recuerdo 
que fui, hablé con el dueño y esa misma tarde firmé el contrato para alquilarlo. Abrimos en agosto
del 2014 y lo vendí en agosto del 2016. Fue realmente un muy buen emprendimiento: no sólo
teníamos vinos, sino que también vendíamos otros productos latinos como yerba, dulce de leche,
mates. Han venido a vender empanadas, facturas, de todo.. Fue un muy buen negocio del que
tengo excelentes recuerdos.”

Tengo conocidos que han trabajando en el local y otros que han pasado tardes o alguna que otra fiesta patria en el local. ¿Por qué decidiste venderlo?

Lo vendí a los dos años (agosto de 2016) porque mi mujer quedó embarazada de mi cuarto hijo y quería estar más tiempo en casa. ¡Te imaginarás que no es fácil lidiar con 4 varones! (Risas). El local me demandaba mucho tiempo realmente, lunes a sábado, es mucho cuando tenés una familia. Y yo quería pasar tiempo con ellos. Se lo vendí a un indio que siguió un tiempo más con el local, unos 2 años, pero al final lo terminó cerrando.

DEGUSTACIONES
Tomas y su equipo se dedican a hacer degustaciones todos los fines de semana en las cadenas de supermercados New World y Pak ‘N Save.


“Hacer degustaciones es el dinero mejor invertido en marketing. Abrís un par de botellas, hacés
que la gente pruebe tus vinos y tenés ventas aseguradas. No te miento cuando te digo que hay
pocos vinos buenos que guardan una buena relación entre precio-calidad. Me siento muy
orgulloso de los vinos que se producen en Argentina.”
Tomas Tonnelier. Foto por Julia Franchino Dubor.

RESPUESTAS SENCILLAS A PREGUNTAS AÚN MÁS SENCILLAS

¿Cuál es la temperatura ideal de un vino blanco?
Mirá entre los 11 y los 13 grados sería la temperatura ideal ya que es ahí en donde las características del vino van a sobresalir, si lo enfrías más, las propiedades aromáticas se pierden. Se va a sentir más el alcohol y no los aromas que deberías de poder sentir. 

¿Cuánto puede durar un vino abierto?
Todo depende de dónde viene. Si es uno argentino te va a durar unos 4 ó 5 días sin ningún problema. El motivo principal es porque viene de una zona de altura. Un viñedo en Argentina está a unos 1200 metros sobre el nivel del mar y al estar a esa altura hace que la uva tenga más contacto con el sol, lo que a la uva le encanta porque está expuesta a rayos ultravioletas, cosa que a nosotros nos mata prácticamente. La uva, a más altura, desarrolla polifenoles, que es un preservativo natural. Y es por eso que es un vino más orgánico también y por eso no se oxida tan pronto y dura más.

¿Cómo nos damos cuenta si un vino está picado?
Es muy simple: si cuando lo oles huele a cartón mojado, tiralo a la basura. Ese olor rancio, de humedad, es el que te deja saber que ese vino no está bien. No lo vas a sentir en el paladar sino en la nariz. 

¿Qué pensás de las personas que dicen que no les gusta el vino?
Que están equivocadas, que hay un vino para él o ella pero que todavía no lo encontró. Cuando trabajaba en El Borracho siempre les preguntaba a los clientes qué les gustaba comer, cuáles eran sus aromas favoritos, sus gustos y así trataba de dar con un vino para ellos. Me gusta encontrarles el vino ideal porque realmente hay uno para cada cual. 
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Si les interesa el tema de los vinos, no duden en contactarse con Tomás o con Laura por medio de su sitio web: Winetrades.

Si tienen una licorería, un restaurante o un negocio y les interesaría contar con un sabedor de vinos como es Tomás, acá les compartimos su contacto: 09 357 0037 – 021 0230 1231 o pueden llenar este formulario para que ellos se contacten con ustedes. ¡No duden en contactarlo!

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