Dentro del bosque de Whakarewarewa podemos encontrar este pequeño bosque de secuoyas, con una amplia red de paseos tanto a pie como en bicicleta. Un agradable paseo entre estos gigantes para terminar el día después de una visita a la la fascinante ciudad de Rotorua, corazón de la actividad geotérmica de Nueva Zelanda, con sus numerosos parques termales y excelente localización para zambullirse en la cultura Maorí. Como curiosidad sobre esta parte del bosque es que estos árboles no son nativos de Nueva Zelanda, Los árboles fueron plantados a principios del siglo XX como parte de un programa para evaluar la viabilidad de varias especies de árboles exóticos para la silvicultura comercial en Nueva Zelanda.
Posteriormente, estos árboles han crecido más rápido que en su tierra natal debido al suelo más rico y las mayores precipitaciones en el área, alcanzando más de 70 metros (230 pies) de altura solo 100 años después.
