Hace un año, por esta época, eran más las dudas y la incertidumbre que me rodeaban que la felicidad y tranquilidad de vivir en un país líder en el manejo de la pandemia.
Para ese entonces estaba con una visa temporal de estudiante y no había un día en el que no pensara cómo hacer para “comprar más tiempo”, por un lado no quería regresar a mi país en medio de la crisis, y por el otro, sentía que esta sería mi oportunidad para probarme en otras facetas.
Mientras mi tema migratorio iba “tomando forma” el gobierno Neozelandés consolidó su estrategia “cero casos de Covid 19” que consistía en la eliminación total del virus en el país, los únicos casos que podrían aparecer provendrían de los vuelos de repatriación que estarían hospedados en lugares designados por al menos 14 días, esto ayudaría a evitar que el virus se esparciera entre todos los habitantes.
El verdadero viaje inició
Desde que empezó la pandemia me angustié porque estaba sin trabajo; mi mente en medio del estrés no me permitía ver que lo que aparentaba ser “malo” era un abánico de oportunidades y experiencias que un curso de inglés jamás me supliría.
Luego de dejar Auckland y empezar a trabajar en mi primera temporada del kiwi, mi esposo y yo tuvimos la fabulosa idea de adentrarnos en el campo para conseguir un empleo en un finca lechera, y por suerte ¡lo logramos!
Trabajamos por un par de meses en una finca ordeñando vacas y alimentando terneros, ¡sí, lo que nunca imaginamos hacer!, quizás haber crecido en el campo colombiano me permitió familiarizarme un poco con el ambiente, pero mi pareja totalmente citadino estaba algo nervioso, al final lo disfrutó tanto que afirma este ha sido su mejor trabajo en Nueva Zelanda.
Posterior a trabajar en la granja nuestra aventura nos llevaría a la isla sur para trabajar en una empaquetadora de cerezas, allí pasamos Navidad y Año Nuevo con gente de diferentes lugares del mundo.
Para 2021 me declaré mochilera en Nueva Zelanda
Decidimos con mi esposo aprender a vivir ligeros, con lo menos posible, el plan era trabajar, viajar y conocer.
Segunda temporada de Kiwis
Mientras empezaba la temporada de kiwis, y no sabía si trabajar recogiéndolos o empacándolos, salió una de las mejores noticas del año para el manejo de la pandemia: la aparición de la vacuna; gran parte de los mochileros sabemos que la vacuna es nuestro pasaporte para seguir viajando y salir de nuestras burbujas.
Me vacuné con miedo, pero lo hice
Arribé al punto de vacunación en Hamilton, me recibió una señora Maorí, quien evidentemente notó mi perfil de foránea. Me preguntó mi nacionalidad y le dije Colombiana, la mujer con cara de sorprendida abre sus ojos y dice: “ohh Colombia”, la verdad desconozco que pensamiento se le vino a su cabeza, pero estaba bastante asombrada de mi presencia en aquel lugar.
Llegó el momento, una que otras preguntas de validación y el chuzón, no me dolió en el instante. Sin embargo, 48 horas luego de la vacuna estaba cansada y no pude levantarme de la cama, sentía que mi cuerpo me dolía, aunque no se a hoy si la razón fue la vacuna o el síndrome premenstrual. Tres semanas más tarde tuve mi segunda dosis, y aunque con esta me dolió la pierna derecha por unos días, en el fondo sentía el alivio del deber cumplido.
Agosto 2021: Variante Delta enclaustró a Nueva Zelanda
Luego de haberme sentido “la estrella” el gobierno declara cuarentena en toda Nueva Zelanda por la aparición del virus delta en la comunidad, como era de esperarse varias personas entraron en pánico otras decidieron tomar el tiempo para descansar en casa. En mi caso hice parte del selecto grupo de trabajadores esenciales que no se detienen… Mi vida transcurrió normal seguía trabajando pero con las medidas de prevención. Quizás para esas semanas me parecía un poco extraño que mientras más países están aprendiendo a vivir con el virus, en Nueva Zelanda estaban tomando las mismas medidas que al inicio de la pandemia en el 2020.
El aprendizaje
En general no tengo nada de que retractarme o quejarme, toda esta aventura ha estado llena de aprendizajes. Gracias a esa decisión que tomé he estado aprendiendo que lo menos estable ” es lo que llamamos estabilidad” a veces andamos buscando algo tranquilo, algo que ya conocemos y nos cuesta entender que la mejor historia está cuando salimos de nuestra zona de confort.
Si llegaste hasta aquí, gracias por leerme