Si hay algo que esta pandemia nos ha traído es una alza en las tasas de depresión y ansiedad a nivel mundial. La inestabilidad financiera para tantos trabajadores casuales (y siendo inmigrantes entendemos esto), la falta de exposición a luz natural, la escasez de tacto humano producto del encierro y la falta de ejercicio físico son algunas de las causas. Si bien en Nueva Zelanda vivimos en cierta normalidad en comparación al resto del mundo, muchos de los que vivimos acá y que aún no obtenemos residencia, no podemos salir del país ya que salir sería botar al tacho de la basura todo por lo que hemos trabajado estos años.
Por otro lado, saber que nuestros seres queridos al otro lado del charco están encerrados, puede tener un impacto en nuestra salud mental. Al menos para mí fue así y por eso en septiembre del año pasado, además de estar lidiando con otras situaciones muy dolorosas, el saber que no podría ir a ver a mi familia en quién sabe cuánto tiempo más, no me tenía muy bien, me decidí ir a terapia y hasta el día de hoy sigo yendo semanalmente.
Dónde
Cuando estaba buscando terapeuta en Auckland, encontré varias especialidades pero muchas de esas opciones eran demasiado caras para mi bolsillo. Una de las terapeutas a la que le envié un correo preguntando precios, me comentó que había un centro al que podría asistir en caso de no tener los recursos para pagar consultas privadas. Se llama Home & Family Counselling y hay dos en Auckland, uno en Mount Eden y otro en Northcote. En este centro, tú pagas lo que puedas pagar; si bien ellos te dan un rango de precios sugeridos dependiendo de tu situación económica, el pago final lo determinas tú con tu terapeuta a puertas cerradas.
La terapeuta
Es muy importante establecer una relación de confianza con la persona que te va a tratar. Al final del día, no quieres dejar absolutamente nada en el tintero y para eso, necesitas estar muy cómoda con la persona que te está tratando. Mi terapeuta, Vivianne, ha sido un regalo del Universo y he logrado aprender a conocer muchos aspectos de mi que antes no lograba ver. Juntas armamos planos, dibujamos y nos preguntamos de todo. He logrado concretar, comunicar más efectivamente mis emociones con otros, y sobre todo he aprendido a quererme con todo lo que vengo.
Qué viene después
Algunas de las maravillas de la terapia es que decidí finalmente realizar otras actividades para salirme un poco del molde y probar cosas diferentes que siempre quise como improvisación y drama, tomar clases de guitarra, volver a viajar sola como lo hice antaño, y hacer algunos de los trekkings más difíciles de Nueva Zelanda, con la bella compañía de mi propia persona (como el Tongariro Crossing que completé en menos de 6 horas). Y es que, con terapia, te empiezas a enamorar de tí.
Más información
Entiendo que muchos hispanoparlantes no logran conectar con angloparlantes, muchas veces producto de las barreras del lenguaje. Hay varios grupos de apoyo en Facebook y Whatsapp donde he encontrado a varias terapeutas de habla hispana, que no cobran tan caro. Si necesitas terapia en tu idioma, no tengas miedo en preguntar y averiguar en grupos de latinos en Nueva Zelanda. Al fin y al cabo, la terapia es para cualquiera que sienta que necesita hablar con alguien más.
Si conoces a un terapeuta de habla hispana, deja el contacto en los comentarios para aquellos que necesiten ayuda profesional.
Pregunta: ¿Sientes que te ha afectado esta Pandemia? ¿Cómo crees que puedes ayudarte?