Si algo podemos decir de Nueva Zelanda es que es conocida por su diversidad de culturas, religiones, etnias, etc. Pero, como toda nueva nación en progreso, todavía tiene ciertas cosas por pulir, mejorar e incluso innovar.
Es por eso que, para hablar sobre la comunidad LGBTQ (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender, Queer) su actualidad y sus desafíos por conquistar, decidimos entrevistar a tres de sus miembros quienes nos aportaron sus distintos puntos de vista, para así darnos un panorama más amplio de la situación actual.
Pero antes de irnos al hueso, hagamos un repaso sobre la historia de la comunidad en suelo kiwi.
Un pasado queer
Según el texto del ensayista, Aspin Clive, ‘El Rol de la Identidad de Takatâpui Dentro de la Sociedad Maorí: Reinterpretando la Sexualidad Maorí en un Contexto Actual’, la historia del movimiento LGBTQ+ data desde tiempos precolombinos. Las relaciones y actividades con personas del mismo sexo eran aceptadas entre los residentes de la época. De hecho, hay cuentos dentro de la mitología maorí que relatan la historia de amor entre Tutanekai y Tiki. Por otra parte, exploradores ingleses han relatado que las relaciones homosexuales entre hombres eran muy comunes entre los maoríes. Si bien no hay data que constate la existencia de relaciones entre mujeres, éstas no eran condenadas. Curiosamente, también tenían una palabra asignada para lo que hoy conocemos como ‘Identidad de género’. En el caso de un hombre nacido en el cuerpo de una mujer, se lo llamaba tangata ira tāne. Para el caso opuesto, a la acción de ser una mujer nacida en un cuerpo de hombre y comportarse como tal se la llamaba whakawāhine (convertirse en mujer).
Como la mayoría de los colonialistas provenientes de Inglaterra eran cristianos, éstos convirtieron a los maoríes y les inculcaron el concepto de que ser homosexual era pecado.
En 1840, Nueva Zelanda se convirtió finalmente en una colonia británica y los actos homosexuales de cualquier índole eran criminalizados, condenandolos a trabajos forzosos e, incluso, latigazos. Esto no detuvo a que, de forma paralela, se vaya formando una subcultura a puertas cerradas. Pero esto era más fácil en zonas alejadas a la ciudad. Ya cuando la mayoría de los pobladores fueron mudándose a las grandes ciudades, los crímenes por realizar actividades homosexuales fueron en aumento.
El rumbo de la comunidad LGBTQ fue cambiando a mediado de los ‘60s donde, mundialmente, se vivía una explosión artística y cultural en la cual la lucha por los derechos humanos universales tomó gran protagonismo.
En 1961 se fundó el primer club gay de Nueva Zelanda, La Sociedad Dorian. Gracias a éste se pudo crear la Sociedad para la Reforma de la Ley Homosexual donde se intentaron impulsar nuevas leyes que contemplen los derechos de la comunidad. Luego de muchos intentos, finalmente, en 1986 lograron pasar el primer Acta de la Reforma con la cual se logró descriminalizar la homosexualidad de una vez por todas. Este fue un acto revolucionario ya que se realizó durante la revuelta y caos social que se vivía por el brote de SIDA en ese momento.
Fue recién en 2004 cuando la ley del matrimonio igualitario fue aprobada en Aotearoa, otorgando a miles y miles de parejas del mismo sexo de todo el país la posibilidad de casarse ante los ojos de la ley.
Presente de orgullo
Si bien la homofobia sigue siendo parte de la batalla nuestra de todos los días, hoy día el movimiento LGBTQ goza con un montón de recursos y herramientas (legales, políticas y sociales) que los protegen. Por ejemplo, en lo que a inmigración respecta, las parejas del mismo sexo cuentan con los mismos beneficios que las parejas heterosexuales a la hora de aplicar.
Más allá de que la escena local es pequeña en cuanto a números, en comparación con otras naciones, Nueva Zelanda, especialmente Auckland, posee una gran variedad de eventos, festivales y locales exclusivos de la comunidad, posicionándose así en el puesto número 15 como ‘La Ciudad Más Gay’ del mundo durante el año 2013.
Según la productora de TV, coordinadora de eventos y miembro activo de la comunidad, Olivia Coupe (33), la estructura queer de Auckland está creciendo exponencialmente. “Cada vez más podemos ver más eventos que surgen de forma independiente mostrando a mujeres de géneros minoritarios que anteriormente fueron ignoradas por la sociedad”, afirmó.
Si bien Olivia se siente muy orgullosa de todas las actividades que realiza actualmente, hay dos que le producen mayor satisfacción, no sólo porque le gusta organizarla y ser parte de ellas, sino también por el efecto que estas tienen en los demás miembros de la comunidad. El primero es el mercado ‘Queers and Wares’ donde personas de distintos grupos minoritarios pueden exponer sus artes, manualidades y cualquier tipo de expresión artística. Coupe dice estar muy impresionada por la calidad y el nivel de los cosas producidas allí.
Su segundo “tesoro” sería el programa de TV “House of Drag NZ”, al que ella describió como “la versión kiwi de Ru Paul’s Drag Race. Solo que, en mi opinión, esta es mucho mejor, porque es mucho más diversa, ya que muestra a hombres trans, hyper drags, lo que quieras ¡Hemos roto tantas reglas y límites con ese programa! Estoy muy orgullosa por haberlo logrado y por haber sido parte de él”.
Por supuesto que no todo es color de rosas en el paraíso kiwi. Sin ir más lejos, el año pasado, un periodista que se encontraba caminando de la mano con su pareja por Karangahape Road, fue golpeado de un puñetazo en la cara que le propinara otro hombre que venía caminando en sentido contrario hacia ellos. Previamente este sujeto los había insultado solo por el simple hecho de ser homosexuales. Si bien este tipo de actos no son muy frecuentes en este país, es verdad que se puede respirar un cierto aire de disconformidad cuando parejas del mismo sexo expresan su sexualidad en las calles de forma abierta.
Olivia mismo nos afirma que muchas personas piensan dos veces antes de realizar hasta el acto más inofensivo como es el agarrarse de la mano con su pareja, por miedo a represalias.
“Hoy día, en pleno 2020, todavía hay una sensación de sentirse como ‘el otro’ al ser gay en un mundo heterosexual”.
Consultada sobre cuál sería el país o ciudad que tomaría como ejemplo a seguir en cuanto a sus avances legislativos, sociales y culturales, la coordinadora de eventos queer de Auckland nos dijo que quería rendirle homenaje a Londres, la ciudad en la que pasó gran parte de su joven adultez (desde los 21 a los 30 años).
“Londres es una ciudad cuya vida nocturna es increíble. Clubs, noches gays y mis más favoritos eventos de los cuales tomé bastante inspiración. Por ejemplo ‘Butch, please’, es un evento que celebra la cultura butcher, a la mujer y a los sectores minoritarios de la sociedad. Y la ciudad en sí como un todo. Es el tipo de lugar donde puedes caminar por las calles luciendo como quieras que nadie te va a decir nada.”, aseguró.
Con respecto a los próximos desafíos y objetivos a conseguir por el movimiento LGBTQ en Nueva Zelanda, Olivia se muestra optimista y nos dice que “una cosa que me di cuenta es que al ser gay en un mundo heterosexual deberíamos buscar la forma de generar espacios para nosotros y nuestra cultura y, a su vez, buscar la equidad e integración. Sin embargo, no creo que por el hecho de buscar equidad debamos resignar lo que nos hace especiales. Porque al ser gays, somos distintos y está bien. Ser gay es entrar a una habitación y sentirte parte siendo la versión más verdadera de vos mismo sin adaptarte a la heteronorma”.
“Creo que muchos de nosotros creció amoldándose para tratar de encajar en el mundo y ahora, como adultos, estamos intentando salir de ese molde y desenvolver estas capas para descubrir quiénes somos en realidad”, reflexionó.
Ser queer e inmigrante en Auckland
Ahora, ¿Cómo es venirse al otro lado del mundo? ¿A un país sobre cuyas políticas de integración y apoyo a la comunidad LGBTQ se sabe poco?
Para saber más al respecto entrevistamos a Elisa Ulloa (33), una diseñadora UX proveniente de Entre Ríos, Argentina y a Jhebb Bonao (27), un Host VIP nacido en Manila, Filipinas. Ambos nos contaron sobre sus distintas experiencias y apreciaciones del movimiento queer de Auckland.
Como muchos sabrán, la escena gay en Argentina es bastante rica y activa. No solo cuentan con un fuerte apoyo desde lo gubernamental , sino que también, el país del fin del mundo posee muchos movimientos, eventos y todo tipo de expresión que promueven los derechos de la comunidad LGBTQ. A pesar de ello, Elisa nos dice que hay mucha hipocresía y que hay que tener en cuenta que la Capital del país no es un reflejo de lo que pasa a lo largo del país.
“En el resto de las provincias no pasa nada, nadie dice nada porque son todos super tradicionales. Muchas veces en Buenos Aires, por más que sean más open minded, todavía existe gente que no está de acuerdo con el matrimonio igualitario, con ver gente agarrada de la mano o que tengan la posibilidad de tener hijos, etc.”, aseveró.
“Si bien en Argentina no es ilegal (ser gay), sigue habiendo toda una parte de ‘falsedad’ en personas que no están de acuerdo. Por supuesto que son de otra época que no pueden adaptarse a la nueva era gay.”
Elisa vino a Nueva Zelanda hace 2 años con la idea de emigrar de su país, puesto que, si bien tiene cálidos recuerdos de Argentina, no coincide con algunos aspectos de su idiosincrasia. Para ello se enlistó en un curso de inglés que le otorgó la visa de estudiante, la cual le permitió quedarse y más adelante extendió su estadía gracias al programa working holiday.
A su estadía en Auckland la describió como a la vida misma, llena de momentos buenos y malos. Pero destacó el tranquilo modo de vida de Nueva Zelanda, el cual es beneficioso a la hora de buscar encontrarse con uno mismo.
Con respecto a la escena gay local, la diseñadora hizo hincapié en la falta de canales de comunicación para estar al día con los eventos e información que provienen de la comunidad.
“Si bien a mi me pareció bastante abierto y es cierto que hay muchos eventos, a mí, en lo personal, si no hubiese conocido a las chicas con las que patino, nunca me hubiera enterado de nada”, remarcó. Y agregó, “si venís de afuera y querés integrarte un poco, desde mi punto de vista, es un poco complicado. No porque no sean abiertos, sino porque no hay mucha comunicación de donde ir o qué hacer o con quién hablar”.
Con respecto a la reacción de la gente en las calles ante una demostración de afecto entre dos personas del mismo sexo, dijo que llegó a ver algunas muecas o gente hablando entre sí, pero que, a diferencia de su país de origen, la gente de aquí es muy educada y respetuosa, por lo que no se animan a decir nada.
Si bien la mirada de Elisa es un poco más crítica, finalmente concluyó con una reflexión sobre las diferencias entre latinos y anglosajones diciendo que “hay que tener en cuenta que nosotros somos mucho más pasionales que los kiwis. Si bien, son más open minded, lo son hasta cierto punto”.
La mirada de Jheb es un tanto distinta, debido a que en Filipinas la escena gay es totalmente diferente a lo que nosotros, los latinoamericanos, estamos acostumbrados. De hecho, su país es el más abierto de Asia en cuanto a la comunidad LGBTQ respecta. Allí tienen distintos programas de televisión donde surgen diversas celebridades del movimiento, y hasta celebran a la reina drag una vez al año. Incluso, tienen su propio slang llamago gaylingo. Por supuesto que debemos contextualizar que seguimos viviendo en pleno siglo 21 y todavía hay grupos aislados que promueven el bullying y la discriminación, pero asegura que no son tantos.
“Somos católicos, así que, por ahora, no creo que aprueben el matrimonio igualitario. Igual, hoy día son más abiertos y, aunque todavía hay crímenes de odio y casos de bullying, gracias a los medios y, especialmente la televisión, tenemos más ejemplos e íconos de la comunidad”, respondió con orgullo.
Con respecto a su experiencia con la comunidad local, ésta no es muy extensa, a pesar de residir en el país hace más de 5 años. En esto podríamos ver reflejada la crítica de Elisa con respecto a la falta de efectividad en la comunicación y sus medios para hacerlo. Es que el perfil de Jheb es más bien retraído y, además, pasa la mayor parte de sus días trabajando, por lo que no puede invertir su tiempo en ir a bailar o socializar tanto como quisiera. No obstante, resaltó lo calma que es la gente aquí y dice sentirse muy cómodo, cuidado y hasta respetado por ellos.
Por último, añadió que más allá de la hipocresía encubierta bajo un manto de respetuosidad, la gente está empezando a cambiar y a ser más abierta al respecto.
“Hoy día hasta veo a hombres heteros siendo amigos de hombres gays y eso era algo raro de ver antes. Con las mujeres es más normal, pero, por una cuestión de machismo, entre los hombres es más difícil. Eso me dan más ganas de aportar y ser un miembro activo de la comunidad, pero, por ahora, sólo soy un oyente”, concluyó.
En conclusión
El panorama resulta alentador, puesto que aquí pisa fuerte el concepto del respeto por el otro y sus decisiones personales mientras no afecten la armonía de la sociedad. Aunque el hecho de que no actúen o se expresen en contra no significa que estén de acuerdo con las actividades distintas a lo que el status quo dicta, es un hecho que no podemos cambiar la estructura mental de algunas personas. Estructura que proviene de años y años de patriarcado y subyugación propiciada siempre por el más fuerte sobre el más débil.
Afortunadamente, las nuevas generaciones apuntan hacia otra dirección y lo que podemos hacer hoy día, sin ejercer ningún tipo de violencia o coerción, solo por medio de la palabra, la educación y, más que nada, desde el amor, es predicar y abogar por el bienestar de nuestros seres queridos y los que nos rodean.
“El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa que dispone el ser humano”
Mahatma Gandhi