“Y cómo se superan las secuelas de un ataque donde el país afectado representa la amabilidad, compasión y diversidad, para todos aquellos que comparten sus valores y quienes necesitan de un refugio?”
La delincuencia en Nueva Zelanda es, en general, bastante marginal y existe un alto grado de civismo entre los neozelandeses. El atentado terrorista de Christchurch del 15 de marzo 2019 fue una trágica excepción, que no supone que haya aumentado la delincuencia en un gran porcentaje, pero si su nivel de seguridad nacional. El acto de violencia en un país que, hasta ese día, no había sido víctima de un atentado de índole global demostró la unidad de los neozelandeses, simpatizantes de vivir en un país libre y pacífico.
Los servicios de inteligencia en el país se habrían enfocado casi exclusivamente en tratar de identificar y prevenir la amenaza de extremistas islámicos locales, y lo hicieron en detrimento de otras posibles amenazas, las que abundan; las amenazas planteadas por los grupos de supremacistas blancos violentos, y que tienen un historial de actos de violencia contra las comunidades migrantes.
Fue un fallo de vigilancia electrónica con ataques extremistas hacia la comunidad musulmana por parte del autor de la matanza, con un objetivo concreto: incitar a la violencia, una mayor división y un mensaje de odio.
“Un evento que marco la historia moderna, el día más oscuro para Nueva Zelanda, 15 de marzo de 2019”
Jacinda Arden, Primera Ministra
Nivel de amenaza nacional
Las tensiones políticas a nivel global y el uso de nuevas tecnologías usadas por los terroristas, significan un cambio en la seguridad de un país. La política de Nueva Zelanda endureció su postura sobre armas, sobre todo en lo referente a la posesión de rifles semiautomáticos. El comercio de armas de fuego y munición también fue sometido a mayores controles.
Pero lo que es considerado como un ataque terrorista, sólo ha sido un detonante para las diferentes amenazas registradas después del 15 de marzo. La seguridad ha sido incrementada en todo el país, principalmente el transporte público durante eventos, o bien estos han sido suspendidos.
Amenazas de bombas han sido registradas como mochilas cerca de la estación central del tren en Britomart, Auckland en el mismo mes de los ataques, creando una atmósfera de tensión y alta conciencia en la comunidad que hay un estado de alerta. En este mes de Octubre, el Aeropuerto Internacional de la ciudad de Auckland fue evacuado, y vuelos fueron suspendidos por una supuesta bomba. La policía neozelandesa después de seguir los protocolos de seguridad reabrió el aeropuerto para continuar con las operaciones normales.
En Wellington, la capital del país; la estación ferroviaria fue reabierta después de evacuar todos los trenes por un “ataque de bomba”. Fue después de varios días que múltiples amenazas de bombas se hicieron alrededor de la ciudad. Los trenes en Auckland fueron cancelados y retrasados por el control nacional ferroviario, donde miles de pasajeros fueron afectados. Este fin de semana, otro paquete sospechoso fue encontrado en la parte central de Auckland, otra amenaza mas para la población.
Los medios de transporte y las calles del país son los sitios mas vulnerables, donde todo puede pasar. Un modus operandi que crea temor entre las personas, el sector más expuesto al terrorismo. En un país tan inclusivo, la xenofobia y la supremacía racista no era inevitable. El riesgo está latente.