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Apego temprano y apego adulto

Consuelo Hepner

Muchas veces se escucha hablar de apego y pensamos en bebés, ¿no es así? Incluso en artículos anteriores ya les he compartido sobre el apego, qué es y por qué es tan importante que sea seguro.

El apego, este vínculo del que hablamos, consiste en ese lazo que se va creando entre el bebé y sus cuidadores durante sus primeras experiencias de vida. Así como cuidamos del bebé, lo vamos haciendo sentir de una forma u otra ¿amado?, ¿acogido?, ¿seguro?, ¿importante? Si un bebé se siente bien recibido con sus necesidades y acogido con amor, podremos ver cómo su apego se va construyendo se forma segura y sólida: crece sano y feliz, sintiéndose seguro de sí mismo y del mundo, con autoconfianza e iniciativa.

¿Y qué tiene que ver esto con el apego adulto?

La forma en que se cuide de un bebé le va a dar información, es decir, un modelo vincular desde donde el niño o niña aprende a relacionarse. Esto es de suma importancia, pues “así como me amaron, entonces así podré amar a otros”. Un niño (futuro adolescente y adulto), sólo podrá relacionarse con otros de la forma en que sus cuidadores se vincularon con él.

Entonces entendemos que ese ‘apego’, no sólo forma parte crucial de los primeros meses y años de vida de cada persona, sino que nos acompaña durante todos los años que vivamos en esta Tierra, hasta la etapa adulta. Es ahí cuando hablamos de ‘apego adulto’.

Ya de mayores, nos relacionaremos con otros basándonos en cómo fueron nuestros primeros vínculos. Es decir, si durante mi primer año de vida mis padres me cuidaron con amor y respeto, eso me ayudó a crecer sintiéndome ‘merecedor de amor’, y es justamente eso lo que voy a buscar en mis relaciones de adulto, por ejemplo, con mi pareja: alguien que me ame y a quien yo pueda amar de forma sana.

Si por el contrario mis cuidadores me trataron con desprecio cuando era un bebé, no acogían mi llanto con cariño y no me demostraron amor, entonces probablemente creceré con un estilo de apego inseguro; no me sentiré merecedor de amor y respeto, y como estos patrones se perpetúan, cuando sea adulto, y de forma inconsciente, buscaré parejas que me traten mal, me rechacen, y me hagan corroborar esta ‘creencia inconsciente’ de que no soy digno de amor.

Como ven, estas primeras experiencias de vida no sólo son importantes para los bebés y niños en su etapa actual de vida, sino para el futuro que les espera. Cultivar relaciones seguras, positivas y cariñosas es una inversión, y conviene dedicar este amor y esfuerzo al comienzo de la vida, para evitar daños futuros (y largas horas de terapia para sanar y cambiar patrones).

Pensando en esto y en cómo te relacionas con los otros en tu vida actual…

¿Cómo crees que fue tu apego temprano, es decir, tus primeras interacciones de bebé?

¿Cómo te cuidaron, para que ahora cuides así de otros?

¡Te leo!

-Consu

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