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El juego, ¿cosa de niños?

Consuelo Hepner

Numerosas investigaciones nos muestran cuán importante es el juego en la vida de los humanos… y de algunos animales también. Y es que compartimos la necesidad de jugar con algunos de ellos, no sólo mamíferos, ya que es parte importante de la etapa inicial de la vida y del desarrollo cerebral sano en seres sociales.

El juego se ve de diferentes maneras, según la edad y los propios intereses de cada quién. Pero lo que sí es igual para todos, es que éste permite al cerebro desarrollar y practicar nuevas habilidades adquiridas, ya sean sociales, motoras, cognitivas, etc.

Los bebés y niños que han llegado hace poco a este mundo sienten un deseo innato de explorar todo lo que les parezca nuevo. Esa exploración inicial, que ya puede considerarse un tipo de juego, permite a los pequeños conocerse a sí mismos, su cuerpo, sus capacidades y al interesante mundo que los rodea. Al jugar, los bebés van desarrollando también su autonomía y su iniciativa, descubriendo qué es lo que les interesa, proponiéndose pequeños desafíos y buscando la manera de resolver conflictos que se presentan, es decir, van aprendiendo a aprender.

El juego de los niños, que para algunos adultos puede ser algo poco importante, es para ellos como un trabajo, algo serio a lo que le dedican horas de mucha concentración y atención. Mientras juegan, sus cerebros van haciéndose cada vez más inteligentes, pues van descubriendo el mundo y dando respuesta a sus variadas preguntas.

Es por esta razón que me gusta invitar a los adultos a respetar esos momentos en que los niños están tan concentrados en algo, observando una flor, descubriendo cómo hacer rodar una pelota, sintiendo la textura de la arena en la playa… Imaginemos que son como científicos en el laboratorio, descubriendo alguna solución a una enfermedad, al coronavirus por ejemplo. ¿Interrumpiríamos a un científico que se encuentra creando la vacuna para este famoso virus?… Me imagino que no. Bueno, invito a mantener ese mismo respeto hacia los bebés y niños mientras descubren con tanta pasión y concentración este interesante mundo 3D al que han llegado.

Y nosotros los adultos, ¿seguimos jugando? ¿O es algo que forma parte de nuestro pasado solamente, de nuestros recuerdos?

Volvamos atrás unos años… ¿recuerdas a qué te gustaba jugar los primeros años de tu vida? ¿Te acuerdas de cómo te sentías, física y emocionalmente, al jugar? Creo que de sólo pensarlo algunos nos pondremos a sonreír con melancolía…

El juego, además de ser necesario para nuestro desarrollo cerebral sano, forma parte de esos momentos que recordamos con cariño pues fueron instancias de puro goce y placer, de entretenerse, pasarlo bien, compartir con gente querida, sentir libertad y motivación interna por algo.

Si extrañas esa sensación, te invito a buscar alguna actividad hoy en día que te haga sentir así; hacer yoga, salir a correr, jugar con tu mascota, tirarte al piso a jugar con tus hijos o sobrinos. Estos momentos son tesoritos que, además de permitirnos relajar mente y cuerpo y pasarlo bien, fortalece nuestro sistema inmune y nuestro bienestar, es decir, mejora nuestra calidad de vida.

Y tú, ¿qué actividades haces para entretenerte y sentirte bien?

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