“Sólo porque el futuro es incierto, todo es posible”
Buda
Hay días en que el desgaste emocional y físico eran exorbitantes, y lo único que quería era llegar a casa a sentarme en el living de mi maestra. A veces necesitaba sólo una frase, y otras, un abrazo y un impulso liberador de llorar. Mi insatisfacción ha sido y sigue siendo personal, pero muchas veces el mirar el mundo y sus eventos me hace bajar la mirada, aún con más pesadez. Conflictos sociales, políticos, poblaciones buscando refugio en países con fronteras cerradas, personas muriendo sin poder estar cerca de sus queridos en las últimas horas, políticos enceguecidos por su autoimportancia, cambios irreparables en la biósfera. La lista es interminable y puede generar una sensación de que vamos para el hoyo negro, y que nos lo merecemos. “Somos la raza más toxica de este planeta y merecemos extinguirnos”, he leído en las redes sociales.
Siempre ha habido un denominador común en todas las palabras que emergen de mi maestra, por supuesto, están teñidas de una tradición de más de 2500 años de transmisión ininterrumpida (Budismo), pero a la vez son un espejo de una visión del futuro realista que no es esperanzador o terrorífico. La recuerdo a ella diciéndome que para bien o para mal “sólo porque el futuro es incierto, todo es posible”. Nuestro condicionamiento humano y social nos influencia de tal manera que, si vemos nuestra realidad más negativa que positiva, predecimos un futuro más pesimista. Los últimos estudios científicos en neurociencia avalan nuestra tendencia hacia la negatividad y hábitos mentales dañinos, y resaltan la necesidad de una remodelación de hábitos mentales para generar un cambio de mirada, más clara y beneficiosa para la comunidad, acorde a nuestros tiempos desafiantes.
Frente a todo lo que esta ocurriendo a nivel mundial, tenemos muchas maneras de ver el mundo que podrían resumirse en dos tendencias: la pesimista y la optimista; la pesimista cree que vamos directo a nuestro fin y que es cuestión de tiempo, por ende, ¿para qué hacer algo si vamos a extinguirnos de todas maneras?; la optimista cree que todo va a mejorar y que es cuestión de tiempo, por ende no presta atención a lo que está ocurriendo y a la dimensión del sufrimiento de los demás, ¿para qué hacer algo si todo va a pasar? Las dos son diferentes caras de la misma moneda que nos polarizan más que integran, sin embargo, existe una tercera manera de ver los acontecimientos; en ésta, nuestro futuro no es más que el resultado de nuestros pensamientos, acciones y palabras de hoy. Sin esperanza de que todo mejore, sin miedo de que todo vaya peor, es posible transitar la vida caminando conscientemente en lo que hacemos hoy, porque esto es al final lo que repercute en mi futuro, nuestro futuro.
No podemos esperanzarnos de que las circunstancias van a mejorar porque esto sería esperar a que el mundo cambie de acuerdo con mi criterio, cuando yo lo creo conveniente, y al final ¿quiénes somos nosotros para saber cuándo es el tiempo correcto? No podemos esperanzarnos en que los demás van a mejorar porque esto también sería colocar nuestro bienestar en función del otro u otros, pero lo que sí podemos hacer es ocuparnos de lo que hacemos, pensamos y decimos; volver continuamente la atención al dominio de uno mismo y emplear toda la energía en cuestionarnos, preguntarnos y entrenarnos, eso no quita que no alcemos la voz frente a las injusticias; el activismo social no esta separado de una mirada interior. Un activismo social de nuestro tiempo es una versión expandida del previo, no sólo incluye un cambio exterior del gobierno o del estado, sino también, y aún más importante, una transformación de mi mirada; en ésta, nuestra autoimportancia se va disolviendo y voy incluyendo cuan importante son los demás, sus maneras, aunque no me guste, tienen más espacio en mi ser. Me vuelvo más flexible con el mundo y sus devenires, y asiento con mayor facilidad al misterio que permea mi vida y de nuestro colectivo. El corazón va creciendo no sólo en tamaño, sino también en profundidad, y es capaz de abarcar más y más seres dentro de él, independientemente si me gustan o no. Al final como dice mi maestra, “no necesitamos estar de acuerdo, necesitamos entendernos”.