Es difícil abstraerse de los conflictos que muchos países tienen en el mundo hoy: Líbano, Hong-Kong, Bolivia, Siria, Sudán, Chile, Yemen, y muchos otros están saliendo a las calles a hacer públicas sus demandas respecto de la injusticia, la corrupción, la desigualdad y la violencia. El número de países en conflicto aumenta y la lista de demandas no disminuye.
Y, querámoslo o no, lo que pasa al otro lado del mundo nos afecta, y ese es parte del precio que pagamos al estar en un mundo tan globalizado e intercomunicado.
Soy chilena y vivo en Cataluña desde hace algún tiempo, por lo que estas dos últimas semanas han estado llenas de manifestaciones que quiera o no me afectan. En Chile, porque he visto crecer el descontento por muchos años, entiendo la demanda de muchos, y me conecta con ese sentir popular de los que se están manifestando. Por otro lado, en Cataluña trato de entender un conflicto que no me pertenece, pero que veo como inquieta a los que están a mi alrededor.
De alguna manera todos, los que participan de las manifestaciones y los que no, tratamos de retomar la cotidianidad de nuestro día: el trabajo, la universidad, los colegios, etc. Y así seguir marchando hacia un lugar que ya no estamos muy seguros cuál es.
Los lugares de trabajo se transforman en un espacio de conversaciones de poco acuerdo, mucha opinión y tapados de noticias. Para los que buscan trabajo, se convierte en una incertidumbre aún más grande de la que tenían antes del conflicto. Es una especie de entusiasmo cansado, ya que la rebeldía le pone adrenalina a nuestra cotidianidad, y por otro lado pagamos el precio con la inseguridad.
¿Qué podemos hacer en el trabajo durante tiempos inciertos?
Esta pregunta muchas veces la contestamos con la apatía, hacemos como que no nos importa mucho hasta que nos afecta en forma cercana. Pero a mí me parece, que podemos generar conversaciones más profundas que nos ayuden a ¨vivir una vida que valga la pena vivir¨(el famoso gnothi se autón o “conócete a ti mismo”, inscrito en el oráculo de Delfos), ya que al final de todo, el trabajo es una parte importante de lo que hacemos en nuestra vida.
El trabajo es un conjunto de actividades que son realizadas con el objetivo de alcanzar una meta; esta meta tiene relación con solucionar un problema, producir bienes o servicios para así atender a las necesidades humanas.
Ok, dirás tú, si eso es el trabajo ¡pero la verdad es que yo trabajo para ganar dinero!
La verdad es que el trabajo tiene sentido sólo si le sirve a otros o a nosotros mismos, el salario o beneficios que obtenemos es el intercambio que hacemos, y si bien es cierto que hoy se ha transformado en un fin, la verdad es que no lo es; el trabajo es para servir a otros o a nosotros mismos. Esta es la verdadera razón.
¿Y cómo lo hacemos?
Haciéndonos cargo en nuestros trabajos de las necesidades básicas que son: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.
Sea cual sea tu trabajo, tu estás atendiendo alguna de estas necesidades, y a cambio de eso; te pagan… pero si tu trabajo no le sirve a nadie, ni a ti mismo, entonces el dinero deja de tener sentido como medio y se transforma en el dominador de tus decisiones.
El descubrir a cuál necesidad estás atendiendo con tu trabajo, hace que tenga valor, no precio. Importante distinción de la cual hacerse cargo. Hoy por hoy todo tiene precio pero pocas cosas nos van quedando con valor.
Entonces, en tiempos inciertos, una buena pregunta es ¿Cuál es el valor de tu trabajo que hace que tu vida sea una vida que valga la pena vivir?
Esta pregunta se la hacen muchos sociólogos, psicólogos laborales y expertos académicos en el tema. Dan Ariely (profesor de psicología y economía del comportamiento de la Universidad de Duke entre otras actividades) no es la excepción y él se pregunta ¿Qué es lo que nos hace sentir bien acerca de nuestros trabajos?
En su charla TED del año 2012, Dan concluye que sentirse bien respecto del trabajo que hacemos tiene relación con el aprendizaje, el avance, el amor a lo que hacemos, el reconocimiento, el esfuerzo, el dinero y el servicio que prestamos a otros y a nosotros mismos.
En tiempos inciertos conversar de por qué hacemos lo que hacemos, por qué el trabajo tiene sentido, o no, en nuestras vidas, nos puede ayudar a darnos dirección, a buscar alternativas y sobre todo a valorar nuestro aporte.
Para los que buscan trabajo estas también son preguntas importantes, ya que si te enfocas sólo en el dinero muy pronto estarás buscando otra cosa.
Si ponemos el foco en el trabajo por lo que es y no por el resultado, entonces estarás trabajando para vivir y no viviendo para trabajar. No se trata de hacer algo importante, se trata de hacer algo importante para otros que te de sentido a ti.
En un mundo que esta convulsionado por la demanda popular que se cansó del abuso, del recorte, del sobreprecio, del abandono y muchas otras cosas, es esencial que quienes pueden darse el tiempo de pensar seriamente en su trabajo lo hagan… así, seriamente… y que vean como ellos están atendiendo a aquellos que pueden ser servidos.