Aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, proveniente de Alemania aterriza un Boeing 777 y justo antes de comenzar el desembarque se oscurece, desaparece toda señal eléctrica, la torre de control pierde contacto con el piloto y no se escucha ningún ruido proveniente del avión, ni radio, ni móviles, nada. Es entonces que se reúne el equipo de emergencias y observan al gigante silencioso que tienen frente a ellos. Cuando entran para ver si los pasajeros están bien los encuentran sumidos en algo parecido a un trance, lo que lleva a todos a pensar que han sido víctimas de un extraño virus aunque pronto se dan cuenta de que es más grave de lo que creían. Cuando los infectados comienzan a tener algo parecido a una recuperación despiertan con mucha sed y lo único que se las calmará es la sangre. Los vampiros han regresado y acabarán con Manhattan en una semana y por la velocidad con que se propaga el virus podemos asegurar que en menos de un año el mundo entero habrá dejado de ser lo que ahora conocemos.
Guillermo del Toro (México, 1964) y Chuck Hogan (Boston, 1967) publicaron en 2009 este primer libro llamado “Nocturna”, marcando así el inicio de su “Trilogía de la Oscuridad”. Le siguieron “Oscura” y “Eterna” y así le regresaron a los vampiros su dignidad, sin caer en imágenes cliches que nos dejó Drácula ni en historias que son más de amor que de otra cosa.
En este primer libro nos encontramos con la introducción a todos los personajes de la saga. Conoceremos a Ephraim Goodwather y a su colega Nora Martínez, epidemiólogos que van a investigar el caso del avión y que son los primeros en tener contacto con los infectados. Al entrañable Abraham Setrakian, un anciano vendedor de antigüedades que ha venido luchando contra los vampiros desde que era niño y a quien en un principio por su edad no le toman en serio, pero comienza a demostrar una fortaleza y vigor que le hace ganar el respeto de todos. También nos encontramos con Vasily Fet, un exterminador de ratas que descubre los nidos de los contagiados y por supuesto Agustín “Gus” Elizalde, un mexicano miembro de una pandilla a quien sus motivos personales le llevan a querer matar a los vampiros.
Los autores no escatiman detalles al describir a los vampiros y su conducta, incluyendo en esto sangre, fluidos corporales, excrementos y el comportamiento animal del que se inunda toda la ciudad, llegando un punto en que puede causar repulsión. Y esto es un gran logro, ya que es lo que nos ambienta en ese Manhattan que va perdiendo el control ante la rapidez de los contagios pues desde el momento en que se infectan, es solo cuestión de horas para que se transformen y puedan seguir contagiando, y la primera persona a la que desean infectar es a quien más quieren. Esto me pareció un gran acierto de motivación para saber dónde empezar y no se vuelva un ataque solo porque sí.
A estos vampiros no les afecta todo lo que sabemos por las clásicas novelas como el ajo o los crucifijos, sin embargo son los rayos UV y la plata lo que los llega a matar. La base de su contagio no es en sí la mordida en el cuello pues se alimentan por medio de un grueso aguijón que sale de su boca y con la que succionan la sangre, aunque no solo hacen eso, y es aquí donde la base del contagio es más científica que la tradicional. Como toda criatura que se transforma, al principio presentan una gran torpeza y conforme pasa el tiempo tienen mayor control de sí mismos y con esto de su fuerza excesiva.
Es así que tanto Del Toro como Hogan nos adentran en un mundo de vampiros con protagonistas y antagonistas con un gran valor y carácter, no son personajes sosos ni poco interesantes, y te puedo asegurar que si eres alguien que gusta de los vampiros, este libro lo vas a disfrutar mucho.