La segunda oleada del famoso covid-19 lleva azotando ya a varios países. Así es, esos momentos de crisis e incertidumbre sobre el futuro y cómo hacerlo para sobrevivir vuelven a acechar nuestras mentes y nos distraen del presente.
El insomnio vuelve a interrumpir nuestros momentos de descanso, nuestros dedos se desplazan incesantemente en la pantalla de nuestro teléfono, como si exploráramos Instagram en busca de respuestas. La pregunta es: ¿es eso realmente lo que estamos buscando cuando nuestro dedo desplaza y desplaza contenido? Luego de pasar horas pegados en nuestra pequeña pantalla, ¿qué es lo que andábamos buscando?Distracción, alivio, una forma de evitar nuestra realidad cuando nos hallamos ansiosos y llenos de incertidumbre.
A todos nos gusta sentirnos en paz, tranquilos, en un estado zen; aún así, y sobre todo en periodos como éste, no podemos evitar dejarnos llevar por emociones que nos sacuden en lo profundo, tanto así que incluso llegamos a cuestionarnos el propósito de lo que hacemos.
Ansiedad e Incertidumbre
La reacción más común es bloquear toda emoción que nos hace sentir mal, ¡como no!, son desagradables, nos impiden disfrutar el presente y nos distraen de las prioridades más inmediatas: seguir trabajando de manera eficiente para no perder mi trabajo, ahora más que nunca.
Lo que es muy interesante de observar es el cambio que ocurre en el momento en que uno decide darse el permiso para sentirse de cierta manera.
Déjame expresarlo de esta manera: es muy común (y fácil) caer en la tentación de creer que necesitamos sentirnos al top, que “deberíamos” sentirnos feliz, que “no deberíamos” dar cabida a emociones como la ansiedad y la tristeza; repetimos en nuestra mente que cualquier emoción “desagradable” está mal, que no deberíamos sentirlas y que, en cierto sentido, debemos desecharlas.
Pero nuestras emociones son parte de lo que justamente nos hace humanos, y todas ellas son lo que nos permite sentirnos vivos y vivir con entusiasmo.
Ying Yang
No puedes tener uno sin el otro, porque si no tuvieras uno, no entenderías el valor de la emoción opuesta; si no tuviéramos tristeza, entonces no apreciaríamos ni entenderíamos la alegría.
Cambia tu objetivo; en vez de buscar y anhelar felicidad, busca vivir en equilibrio. Es imposible estar felices todo el tiempo, y si te lo propones como misión… pues fracasarás, obteniendo solamente un horrible herpes en tu labio gracias al estrés que esto llevaría.
El abanico humano de emociones es amplio y cada emoción existe porque cada una de ellas tiene un objetivo, un mensaje. Las emociones no existen porque sí; cada emoción tiene una razón de ser.
En periodos de crisis es frecuente sentir incertidumbre, y ésta surge surge en el momento en que un plan comienza a desmoronarse o a perder fuerza. Comenzamos a sentir una alarma punzante que intenta avisarnos que las cosas están por cambiar y que debemos tomar acción.
Con la pandemia, muchas personas han visto sus vidas cambiar de un día a otro: quien perdió el trabajo, quien está a punto de perderlo, quien tuvo que trasladarse repentinamente a otro lugar y quizás convivir con más personas. En pocas palabras, lo que parecía seguro y tranquilo, de repente dejó de serlo y, por lo tanto, llega la crisis, la incertidumbre y la ansiedad.
Responder con ansiedad y angustia ante la incertidumbre es, instintivamente, lo primero que hacemos.
Tal y como decíamos antes, cada emoción que sentimos tiene un objetivo. Solo imagina tu cerebro como si fuese un centro de operaciones. Como tal, el cerebro tiene el deber de enviar señales ante posibles amenazas para asegurar el correcto funcionamiento de cada aspecto de tu vida.
Se entiende que todos queremos ser felices porque nos sentimos bien, sin embargo, limitarnos a la eterna búsqueda de la felicidad crea un desequilibrio interno muy fuerte, porque esa búsqueda nos ciega ante todas las otras necesidades que surgen y decidimos omitir. Lo mismo vale para la rabia, tristeza, frustración, miedo, ansiedad. Enjaularnos en una sola emoción provoca carencias emocionales que, con el pasar del tiempo, pueden llegar a ser difíciles de colmar.
La rabia tiene como objetivo hacerte notar que uno o más de tus límites personales ha sido violado; la incertidumbre tiene como objetivo hacerte ver que las cosas están por cambiar y que debemos tomar acto de ello, entonces, ¿por qué no aprovechar la ocasión para replantear algunas ideas?
La incertidumbre es el momento perfecto para reevaluar tu circunstancia actual y ser creativo. ¿Ya te hartaste de tu trabajo y ahora aún más desde que trabajas en casa?, ¡perfecto!, tienes chance para cuestionar si quieres seguir en ello o explorar otros frentes. Cambiar de dirección o simplemente cambiar de opinión sobre una decisión tomada es lo más normal y a la vez algo bastante mal visto en muchas culturas, sin embargo, es lo más sabio que puedes hacer para vivir en paz y armonía.
No reprimas tus emociones, por muy desagradables que sean, cuanto más rápido les des cabida y entiendas su objetivo, más rápido y más fácil será procesarlas y dejarlas ir. Se necesita valor para ser humano, se necesita valor para sentir todas tus emociones, y se necesita fuerza para sentarse con la incomodidad de algunas emociones.
Cada emoción tiene un motivo, un mensaje, algo importante que hacerte ver. Aprendamos a aceptarlas, entenderlas y a soltarlas cuando ya cumplieron su misión.