Caña Dulce y Caña Brava es un grupo de Son Jarocho con diez años de trayectoria, integrado por Adriana Cabo Romero (arpa y voz), Raquel Palacios Vega (jarana y voz), Alejandro Loredo (requinto), Violeta Romero (jarana), Ana Arizmendi (leona) y Evelyn Acosta (versista).
El nombre “Caña Dulce y Caña Brava” alude a la dualidad que existe en todas las personas; esta dualidad, nos explica Violeta, se explora al interior del grupo mediante la selección de canciones, “El Chocolate, por ejemplo, es un son con una melodía muy suave; en contraste, La Iguana es un son más encendido. Entre nosotras siempre bromeamos y decimos: ¿quién es la dulce y quién es la brava? Como mujeres podemos ser muy dulces, pero también tenemos un lado muy bravío. Así como podemos tocar sones con una melodía muy suave y casi nostálgica, también podemos tocar sones bravos y fuertes…”
En el Son Jarocho, convergen elementos de música africana, música de los pueblos originarios de México y música española. Con respecto a esto, Violeta comenta:
“Con el paso del tiempo, he podido reconocer más y más los rasgos afrodescendientes que están presentes en el Son Jarocho. Por ejemplo, el compás de 6/8 o el uso de síncopas son rasgos característicos de la música africana. La influencia africana se aprecia también en la manera en que se tocan algunos instrumentos. Las cuerdas de la jarana, por ejemplo, se percuten…”
“La sobriedad con que se baila el Son Jarocho es influencia de los pueblos originarios del Sotavento. En algunas regiones donde la afro descendencia es más marcada, se baila con más coquetería y sensualidad. Sin embargo, en la mayoría de los lugares, el baile es mucho más serio. El zapateado no solo viene de la parte andaluza o flamenca, sino también de la noción de los pueblos originarios de el pie sobre la tierra.”
El Son Jarocho se toca en los fandangos, fiestas populares celebradas en una región de México conocida como el Sotavento; se organizan para celebrar fiestas patronales, nacimientos, defunciones, etc. A los fandangos pueden asistir personas de la comunidad y regiones aledañas.
Los fandangos son acontecimientos para los que la gente se prepara con meses de antelación, y algunas personas elaboran las prendas que usarán durante el fandango; la vestimenta típica para las mujeres consiste en blusas bordadas, fondos o enaguas bajo la falda, fajas, rebozos y zapatos de tacón o “suela de baqueta”, a manera de accesorio, las mujeres se colocan una flor en la cabeza, y el lado en donde se coloca la flor, indica si una mujer es casada o soltera. Para los hombres la indumentaria consiste en guayabera o camisa, sombrero de “cuatro pedradas”, paliacate engarzado con un anillo y botas de vaquero. Tradicionalmente, se sirve comida a todos los asistentes al fandango.
El Son Jarocho se toca para amenizar la preparación de la comida y después durante toda la celebración, que puede durar varios días. Para que la música comience, se monta una tarima sobre la que los bailadores zapatean y taconean; el zapateado y taconeo de los bailadores constituye la percusión principal en el Son Jarocho.
Otros instrumentos de percusión son el pandero Jarocho, el güiro y el marimbol. También se usa una quijada de caballo o de burro que se percute con astas de venado, palos de madera y más recientemente, con tubos de PVC. El Son Jarocho requiere también instrumentos de cuerda, siendo los más comunes la jarana, el requinto, la leona, el violín y el arpa.
Cuando un músico requiere un instrumento, acude con un laudero, y de manera conjunta, definen las cualidades estéticas del instrumento; en ciertas ocasiones, el músico participa activamente en la construcción del instrumento. Tacho Utrera, por ejemplo, es un laudero conocido por enseñar a los músicos a construir sus propios instrumentos.
Históricamente, la poesía que se canta en el Son Jarocho trata sobre el amor, el cortejo, el desamor, el engaño, etc., temas que se abordan a través de metáforas inspiradas en la naturaleza y la vida del campo. Otro elemento que lo distingue es la picardía de sus versos en los que frecuentemente encontramos “piropos” y frases con doble sentido.
En años recientes, la narrativa del Son Jarocho se ha diversificado gracias a grupos como “Caña Dulce y Caña Brava”, quienes escriben y cantan desde la perspectiva de la mujer. Esto ha derivado en la reformulación de los versos de algunos sones tradicionales, “El Chocolate”, por ejemplo, es un son romántico al que “Caña Dulce y Caña Brava” ha incorporado una versada propia.
El Son Jarocho es una expresión cultural en transformación continua; la riqueza y diversidad de dicha transformación se puede apreciar en la música de Arcadio Hidalgo, Los Baxin, Los Utrera, La Familia Vega, Mono Blanco, Son de Madera, Sonex, Los Cojolites, Caña Dulce y Caña Brava, y muchos otros grupos e intérpretes.
Agradezco profundamente a Violeta Romero por haber compartido conmigo su saber y su visión del Son Jarocho.