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Fotohistorias -retratos con voz- I

Luke Hurley es un músico kiwi que conocí durante mis primeros días en Nueva Zelanda. En aquel entonces, vivía yo en un hostal en el centro de Auckland, tenía dos trabajos y encima de todo, era estudiante.

El poquísimo tiempo libre que tenía lo destinaba a recorrer a pie la ciudad. Fue durante uno de mis paseos que conocí a Luke. Caminaba yo por Queen Street a plena hora pico. Las personas iban y venían apuradas y Luke tocaba lo que el describe como “kiwi blues”.

Llevaba puestos mis auriculares, pero me deshice de ellos en el instante en que lo vi. Sus mágicas canciones alegraron mi rutina. Además de ser un músico extraordinario, Luke es una persona profunda, sensible y con mucho que decir.

El encuentro con Luke me inspiró a realizar una serie de retratos espontáneos. A cambio de su retrato, pedí a las personas que escribieran sobre lo que acontecía en su vida al momento en que tomé la fotografía. A la serie la llamé en ese entonces: “EN LA TIERRA (pequeñas historias terrícolas)”. Lo que muestro a continuación es la historia que Luke decidió compartir conmigo para esta serie.

-ISLA MUSICAL

Traducción:

En mi juventud, la timidez me impedía expresar mis verdaderos sentimientos. Esto propició que me aislara y concibiera el mundo como un lugar oscuro e inhóspito; un lugar plagado de prohibiciones y peligros indescriptibles.

La escuela, lejos de ayudar, acrecentó mi aislamiento. Mi miedo era tan grande que me impedía aprender. Los maestros me tildaban de “tonto” y “flojo”. Me hundí hasta llegar al fondo de la jerarquía escolar. No obtuve “estrellas” o comentarios favorables de ningún tipo. Las invitaciones a fiestas y casas de otros niños fueron pocas.

Esto podría haberme enseñado a ser humilde, pero sucedió todo lo contrario. Me volví voluntarioso y difícil. Me convertí en la persona que la gente decía que era. Estuve a la altura de la “mala prensa” y fui un forastero en todo el sentido de la palabra.

La soledad es aterradora. No tienes a quien acudir. Los amigos mantienen su distancia porque no es bien visto andar con “ese tipo”. Como la mayoría de las personas, en el fondo quería encajar, pero no tenía la confianza suficiente como para celebrar mi singularidad.

No podía ver que era yo quien invitaba al rechazo. Yo era mi peor enemigo. La “horda iracunda de aldeanos con antorchas” existía solamente en mi mente. No era el “exterior” al que había que temer. El enemigo estaba adentro.

Darme cuenta de lo anterior, me permitió descubrir “mi isla de música”. Este regalo que Dios me dio para compartir con otras personas. Mis canciones son para mí una isla donde la gente puede “encallar” de manera pacífica. No tengo miedo en mi isla de la música. Me encantaría compartirla contigo.

Te envío la invitación: www.lukehurley.co.nz

FIN DE LA HISTORIA.

Original:

-MUSIC LAND

In my youth, shyness prevented me from expressing my true feelings. Isolation was the result. The isolation meant my information about the world around me was limited. The world became a dark forbidding place. I imagined it to be a prohibitive world full of unspeakable danger.

School didn’t help me overcome isolation. It only added to it. My fear was so great, it got in the way of my ability to learn. Teachers branded me as “dumb” and “lazy”. I floundered at the bottom of the learning hierarchy. I got no “stars”, “very good” comments, or favorable ratings of any kind. Few invitations to other kids’ parties and houses.

All of this could have taught me to be humble but, in fact, it did the opposite. It made me wilful and difficult. I became the person that people said I was. I lived up to the “bad press” and was a total outsider.

It’s scary to be a true loner. You have no one to turn to. There are friends but they keep their distance because it isn’t cool to hang out with “that guy”. Like most of us, deep down I wanted to fit. But, I didn’t have the confidence to flaunt my uniqueness.

I didn’t have the ability to see that I was my worst enemy and that it was me who invited rejection. The “irate horde of villagers with fiery torches” was inside my head. The enemies were only in my mind. So you see, it wasn’t the “out there” what I needed to fear. The enemy was on the inside.

Once I recognized the above, I discovered “the island of music” upon which I was standing. This God given gift I could share with anyone who wanted to land there. I think of my songs as a beach where people can “ land peacefully”. I am not afraid on my island of music. I would love to share it with you.

Send a landing party to www.lukehurley.co.nz

END OF STORY

Fotos de NeptuniaMoon
Pueden ver más fotografías en https://www.instagram.com/neptuniamoon/
https://www.behance.net/juliafrancac03

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