Al llegar a Nueva Zelanda me encontré con una sociedad que integraba a las culturas indígenas vivas en todos los aspectos culturales, políticos y sociales. Aotearoa tiene eso, una sociedad que activamente trata de enfrentar su pasado colonial a la vez que tras años de lucha, su pueblo indígena es parte activa de estas conversaciones.
Tanta fue mi sorpresa al llegar, porque a pesar de ser de Colombia un país con 102 pueblos indígenas, nunca me enseñaron sobre la historia y tradición viva de estos pueblos. No es un secreto que la idea de mestizaje es fundamental a la hora de hablar de la identidad nacional latinoamericana, sin embargo, caemos en las trampas de solo hablar de los grandes imperios o pueblos precolombinos y no de los pueblos que están presentes y vivos en pleno siglo XXI, tras años de lucha y olvido por el Estado.
Nueva Zelanda es como respirar aire fresco en esta perspectiva, integra las partes fundamentales de la cultura, la ley y la sociedad Māori en su día a día, específicamente en el campo de museología y educación, donde poseo más experiencia y conocimiento; los museos tienden a ser un espacio que no es incluyente con perspectivas indígenas. Sin embargo, llegar a Aotearoa y de inmediato estar invadida de todos estos conceptos puede dar una sensación abrumadora.
Aquí trataré de definir dos conceptos esenciales a conocer, al ser una persona que vive en Nueva Zelanda y que a su vez actúan como ejemplo para todos en América Latina en cuanto una sana integración social y conversación nacional.
En primer lugar, tikanga es un concepto que lo abarca todo: su significado literal en inglés es “procedimiento correcto, costumbre, hábito, tradición, método, manera, regla, manera, código, significado, plan, práctica, convención, protocolo: el sistema habitual de valores y prácticas que se han desarrollado con el tiempo y están profundamente arraigados en el contexto social ”(Māori Dictionary).
Por lo tanto, Tikanga gira en torno a todos los aspectos de la sociedad y las interacciones con las personas, la tierra y el mundo espiritual. Ani Mikaere, académica y abogada, la describe una ley māori suprema, en la que todos los aspectos de la sociedad māori están presentes.
Sir Hirini Moko Haerewa Mead, antropólogo, historiador y académico, habla de que tikanga se puede comprender y analizar de dos maneras: primero, tikanga como herramienta de control social, y segundo, se puede abordar a través de la ética, tikanga puede verse como un sistema normativo que proporciona pautas a través de lo que se considera correcto y tradicional.
Intrínsecamente conectado a tikanga, está mātauranga māori; para decirlo en términos simples, es el conocimiento tradicional o sabiduría māori. Mientras que mātauranga māori puede llevarse en la mente, tikanga pone en práctica ese conocimiento y agrega el aspecto normativo y apoyo ritual.
Estos conceptos rigen la estructura social, cultural, espiritual y legal māori en Aotearoa Nueva Zelanda, que a su vez está presente en el día a día de todos quienes vivimos aquí. Nunca olvidaré la primera vez que estuve en el Museo Nacional Te Papa Tongarewa, donde por primera vez supe que hay protocolos basados en estos dos conceptos para todos los procesos del museo, por ejemplo, que no se puede comer en presencia de objetos conectados por genealogías a los distintos iwi o su cuidado en general.
Estas practicas van más allá del cuidado de objetos de valor, y también de actos formales del gobierno, donde una conferencia de la Primera Ministra hacia la nación o su gabinete, comienza con un saludo y una oración (karakia) en māori.
Estos protocolos también se acatan por el respeto y seguimiento que se le hace al Tratado de Waitangi, sin embargo, no deja de emocionarme poder conocer una sociedad donde se encuentra un balance entre la cultura occidental y el conocimiento tradicional indígena.