En mi opinión, el 2020 es el año más “revoltoso” que hemos tenido en este siglo XXI y pese a que aún faltan más de 20 semanas para decirle “chao a este 2020”, decidí hacer un breve recuento que evidencia el milagro de estar vivos a pesar de las adversidades.
Todo empezó ese 31 de diciembre de 2019. El mundo entero estaba a la expectativa de un nuevo año bisiesto, que sería el año de la rata, según el horóscopo chino y un año de prosperidad.
Inició con la muerte del mayor del comandante iraní, Qasem Soleimani, hecho que empeoró la debilitada relación entre Estados Unidos e Irán y cuestionó a la opinión pública sobre la posibilidad de una tercera guerra mundial.
Semanas más tarde, los ojos del mundo se fijaron en el continente oceánico porque los incendios forestales colocaron en unidad de cuidados intensivos a Australia; el daño a la fauna y flora es incalculable, se estima que 11.46 millones de hectáreas fueron afectadas y alrededor de 3000 millones de animales (reptiles, aves, ranas, mamíferos) murieron o fueron desplazados, según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza.
Mientras en febrero Kenia combatía la peor plaga de langostas de desierto en 70 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezaba a socializar lo que sería la “pandemia del siglo XXI”. El “nuevo coronavirus” ya había salido de China, aunque para Jaír Bolsonaro, presidente de Brasil, era una “gripesilla” y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, aseguraba que la cura estaba en un escapulario.
Los esperados Juegos Olímpicos de Verano, que para este año se celebrarían en Japón, fueron reprogramados para el 2021. Esta es la sexta vez en la historia que los juegos son modificados.
En Norteamérica, Donald Trump empieza a crear cortinas de humo para no tomar la responsabilidad de su decaída gestión en contra del coronavirus y, como es costumbre, utiliza algún elemento de Latinoamérica, en este caso, por ejemplo, ofrece una recompensa de 15 millones de dólares para quien ayude a capturar a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Además, dos meses después de este anuncio, decide sacar a Estados Unidos de la OMS.
De los incendios forestales en Chernóbil, que colocaron en peligro la antigua central nuclear, pasamos a la caída del petróleo a menos de un dólar el barril, hecho que empeoró la estabilidad económica de varios países. El dólar americano “se disparó”, tanto así que algunas bolsas de valores tuvieron que cerrar y aplicaciones como WorldRemit no permitieron por un par de horas transacciones entre Nueva Zelanda y Latinoamérica.
Mientras tanto, el Covid-19 ya había mandado a enclaustramiento obligatorio a toda la humanidad, sin importar raza, clase social, edad o intereses, todos los gobiernos sabían del virus y pese a que algunas naciones como Turkmenistán querían mantener la normalidad e incluso sancionaban a los ciudadanos que hablaran de esta pandemia, lo cierto era que no se podía tapar el sol con un dedo.
Cuando la pandemia estaba conquistando por completo el continente americano, en Estados Unidos se produce la fatídica muerte George Floyd en la ciudad de Minneapolis, estado de Minnesota. Este afroamericano que fue asesinado por un policía de la manera más canalla, se convirtió en el símbolo antirracismo del momento. Su fallecimiento conmocionó a la sociedad y generó rechazo rotundo por parte de millones de ciudadanos, en diferentes lugares el mundo se presentaron marchas e incluso celebridades como Beyoncé y Madonna demostraron su indignación.
A mitad de año, Nueva Zelanda se declara libre de Covid-19 dentro de la comunidad; el país, bajo buenas decisiones y disciplina, logra llegar a cero casos. Un mes más tarde, Rusia aprobaba un referendo para que Vladimir Putín pudiera modificar la constitución y así mantenerse en el poder hasta 2036.
El 4 de agosto, al menos 171 personas mueren y otras 6000 son heridas en Beirut, Líbano, producto de una detonación en una fábrica de explosivos. Álvaro Uribe Vélez, el polémico y eterno “presidente colombiano” es puesto en prisión domiciliaria y renuncia a su posición como senador de la República.
En ese mismo mes, Nueva Zelanda, después de 102 días sin virus dentro de la comunidad presenta cuatro misteriosos casos y prende las alertas para contener el impacto de la segunda ola del Covid-19. Durante este tiempo, en Minsk, Bielorrusia, manifestantes salen a las calles a exponer su desacuerdo frente a las recientes elecciones, pues el pueblo asegura que esto es un fraude electoral. Paralelamente, en Thailandia, las protestas exigiendo democracia son lideradas por grupos estudiantiles quienes critican drásticamente el manejo del país y enfatizan en que la monarquía actual debe ser intervenida.
Durante este año, cada mes ha tenido su “sorpresa”, lastimosamente muchos son hechos que generan incertidumbre y dan la sensación de que el mundo se fuera a acabar, sin embargo, creo que las sensibilidades están a flor de piel y esta hecatombe mundial está pasando para transmitirnos mensajes tan sencillos como volver a lo simple, valorar el presente, soltar lo tóxico, dejar a un lado lo material e incluso cuestionarnos sobre nuestro papel como ciudadanos del mundo.
También, nos recuerda la importancia de aprender a convivir con nuestras diferencias. Muchas de las muertes que se han presentado este año se hubiesen podido evitar si tan solo aprendiéramos a respetar y entender que mi libertad termina en el momento en que empiece a afectar al otro.
Ya veo más de uno cruzando dedos para que este año se acabé tan rápido como pan caliente en panadería…
Eliana Rosero Marin.