Hoy quiero escribir acerca del amor. Tengo esta motivación porque veo que las expectativas, fantasías y deseos con poco fundamento y mucha exigencia dificultan la posibilidad del amor en nuestras vidas.
Me refiero a la posibilidad del amor que no es lo mismo que enamorarse. Enamorarse es fácil, pero sostener el amor es un trabajo compartido, coordinado e intencionado. El amor es una tarea que toma no solo tiempo si no también energía, creatividad y entusiasmo.
No todo enamoramiento tiene relación con el amor y no todo amor comienza con el enamoramiento.
El amor es algo complejo que tiene varios ingredientes. Uno de ellos es la admiración por el otro, y no me refiero a esa admiración que nos enceguece, si no más bien a esa que nos hace sentir orgullosos y conectados mientras el otro florece sin nuestra intervención. Esa admiración que entrega libertad al otro y nos llena el corazón de alegría.
También requiere compasión y empatía, esa que nos conecta a la necesidad del otro como si fuera nuestra; ese sentimiento que nos deja con total apertura frente a un ser auténtico y capaz, y que nos hace bien ¡bien de verdad!
Agrega a esto la generosidad mutua, ósea dar y recibir como un acto reciproco que no tiene la misma forma, pero sí el mismo fondo. El amor es un espacio en el que darse al otro es un regalo apreciado y respetado.
El amor requiere de cuidado y autocuidado, ósea amar al otro porque también te amas y te hace bien. No se trata sólo de lo que tú quieres sino de lo que el otro quiere, y este acto se traduce en acuerdos.
Acuerdos de toda índole, desde lo material hasta lo metafísico, de lo externo y también pasando por nuestra propia intimidad. También requiere el estar de acuerdo en el desacuerdo, no de ceder, pero si de respetar. Y esto amerita trabajo.
El amor también nos llama a encontrarnos con nosotros mismos en nuestros relatos mas íntimos, en donde develamos nuestra vulnerabilidad y dejamos la puerta abierta para ser acompañados.
Suma a esto la energia que entregamos para ayudar al otro a florecer, a crecer, a empujar para que sus metas más importantes se conviertan en un trabajo que queremos apoyar y potenciar. Amar es un acto que suma.
El amor vale la pena vivirlo y eso no siempre se traduce en lo que esperamos, o lo que fantaseamos o en el que deseamos, pero sí significa energía, creatividad y entusiasmo que nos regala la posibilidad de presentarnos en la vida de una manera que no sabíamos que era posible.
Sostener el amor es un riesgo que muchos consideran que vale la pena correr.
NOTA: Esta reflexión es válida para todas las relaciones de amor que tenemos en nuestra vida.