Manuel corrió y corrió buscando el escondite perfecto, hasta que encontró una caja de cartón, vacía. Se metió en ella y espero. No escuchaba mas sus pasos. Seguiría ahí? Lo estaría esperando agazapado para atacar? Trataba de calmar su respiración agitada, así no lo podía oír, y se iba. Fue entonces que lo escucho abrir cautelosamente la puerta de ese cuarto y cerrarla. Avanzo unos pasos. Se sentó y suspiro. Muerto del miedo, Manuel se quedo agazapado en la caja, esperando escuchar que la puerta se abra de nuevo, esperando que se vaya. Pero al cabo de un rato escucho sus ronquidos, se había quedado dormido. En sus bolsillos llevaba un lápiz, con este hizo un orificio en la caja para poder verlo y ademas poder respirar. Ya cansado de mirarlo, sin que haga nada, Manuel se echo a dormir tambien.
Una risa lo despertó, Manuel acerco su ojo por el pequeño agujero y observo que no estaba solo, estaba con mas amigos. Ahora si que estaba en problemas. De repente uno de ellos saco un papel de su mochila, lo puso en el piso, todos miraban y opinaban, algunos tomaban notas, otros se rascaban la cabeza tratando de entender. Al cabo de un tiempo, pareciera que estaban de acuerdo y que tomaron una decisión; se fueron.
– Manuel ven a tomar la merienda! grito su madre desde el primer piso. Manuel salió de la caja y se fue a merendar.
Esa noche, mientras dormía en su cuarto, plácidamente, escucho un golpeteo en su ventana. Se arrimo a ver que era y… ahí estaban ellos, mirándolo fijamente. Con un grito ensordecedor corrió a la cama de su mama, allí no podrían atraparlo, no se animarían. Se acostó con su mama y tapo por completo.
Fue al día siguiente que ideo un plan, una estrategia. Esto se tenia que acabar. Eran años pasando por este sufrimiento innecesario, sin poder pedir ayuda, sin que nadie lo entienda. Sin poder avanzar.
Se metió en su caja de cartón, esperando que se reunieran como la vez pasada, vio como cada uno llegaba a su tiempo, los observo. Cuando ya estaban todos, junto todo el valor del mundo y salió de la caja. Todos quedaron mirándolo fijamente, Manuel siguió avanzando frente a ellos y, con su voz temblorosa, comenzó a nombrarlos;
- Alturas
- Oscuridad
- Hombre de la bolsa
- Soledad
-“Ya no son bienvenidos en esta casa, pase mucho tiempo teniéndoles miedo, es mas yo los cree con mi mente para tener compañía, pero no me sirven, me están impidiendo conquistar mis sueños. Así que les pido que se vayan, por favor”
Los miedos se miraron entre ellos y, sin poder hacer mas, se fueron. A partir de ese momento Manuel fue libre.
“Cuidado con los miedos, les encanta robar sueños” Anónimo.