Hoy en día, viajar es más fácil que nunca, y parece que en el mapa ya casi no hay un sólo lugar sobre el cual no se haya escrito, comentado o fotografiado incesantemente en los medios sociales como Instagram.
No debería sorprendernos, entonces, que cuando agencias como Avventure nel Mondo y Untamed Borders abrieron sus puertas a tour organizados en Afganistán, Somalia y Korea del Norte, los medios sociales comenzaron a pulular de selfis en las montañas afganas o en algún rincón de Irán. Muchos viajeros tomaron sus plataformas sociales para promover estos reinos desconocidos y así abrir nuevos destinos para los aventureros intrépidos.
Estos destinos tan intrigantes, sin embargo, abren un paréntesis importante. Cuando me hallaba organizando mi viaje a Corea del Norte, recibí duras críticas respecto al país escogido. Preguntas como: ‘¿por qué vas a darle tu dinero a un régimen dictatorial?’, ‘¿por qué no vas mejor a la India a ayudar a las comunidades vulnerables?’. Todas preguntas muy válidas, sobre todo si consideramos que el líder norcoreano y sus antecesores han sido acusados de extrema violación de los derechos humanos.
Claro, si defendemos mi decisión de ir a Corea del Norte podríamos perfectamente argumentar que los líderes de otros países también hacen cosas terribles, incluso en los Estados Unidos y Europa. Cierto. México hace prácticamente imposible ejercer la carrera de periodista independiente o la profesión de abogado sin incurrir en sobornos recomendados. Transgredir estas “recomendaciones” termina frecuentemente en muertes grotescas o desapariciones. China, se encuentra desde hace meses suprimiendo a los protestantes liberales en Hong Kong. Por décadas, el gigante asiático ha sido reconocido por su crueldad en la caza y opresión de grupos minoritarios como en Tibet y Xinjiang. La crisis que radicó desde el desplazamiento y limpieza étnica en Myanmar marcó los titulares y cuestionó duramente la imagen de la líder Aung San Suu Kyi. Eritrea es conocido por muchos como la Corea del Norte de África, y por razones justificadas. Pero acerquémonos más a nuestro radar común: el Occidente. Estados Unidos detiene indiscriminadamente a los migrantes que provienen desde Centro América con una crueldad casi proverbial. Italia, El Reino Unido y Holanda han abierto el paso a gobiernos de índole racista y contrarios al paso de migrantes hacia Europa. Tal y como dijimos, esto pasa en todo el mundo.
Entonces, ¿cuál es el beneficio de ir a un país controversial? En primer lugar, es el sentimiento de descubrir algo nuevo. Desde pequeña, siempre me ha fascinado leer sobre los países de los que generalmente no había material a disposición, poco o nada de literatura disponible o ninguna experiencia contada. Cuando vas a lugares como Eritrea o Irán, visitas un lugar que ninguno de tus pares conoce, aprendes algo y vuelves a casa para contarlo, y las personas con las que interactúas aprenden de ti. Aquí está mi argumento personal que me lleva a países controversiales: los ciudadanos de un país no deben ser castigados ni demonizados por las acciones de su gobierno, y tú puedes aprender y disfrutar y respetar una cultura sin respaldar a sus autoridades. En lugar de poner en la lista negra lugares por razones estrictamente morales (nos quedaríamos sin lugares por visitar), dediquémonos a buscar una forma de contribuir algo bueno al pueblo que visitamos, no a su gobierno. En otras palabras, evalúa el uso que le das a tu dinero cuando viajas.
El turismo ayuda a las economías de todo el mundo y los viajeros pueden optar por ayudar a las comunidades y no a los gobiernos. Quizás Corea del Norte y Eritrea son una excepción a esta posibilidad debido al estricto control ejercido por el gobierno de ambos países hacia todos sus habitantes. Pero países como Irán, China, Laos, Yemen sí tienen muchas posibilidades de fomentar el bienestar de una comunidad sin la obligada interferencia del gobierno, como es el caso de Corea.
En pocas palabras, cuando escoges un destino o un determinado país “obscuro” te intriga, piensa primero adónde irá tu dinero, si estás de acuerdo con ir a un país que suprime la libertad de prensa y/o religión, si de alguna manera puedes aportar tu granito al llegar directamente con una comunidad o pueblo en especial que te llame la atención. En algunos casos la decisión será fácil, como Yemen e Irán. En otros, lamentablemente, las normas impiden que actúes con libertad, siendo así un inevitable cómplice del gobierno opresor.
Antes de escoger un destino, consulta las siguientes reglas de integridad que yo misma creé tras mis aventuras más cuestionadas:
La motivación: ¿qué te lleva allá? ¿La historia? ¿Está de moda? ¿Mis amigos ya fueron y no me quiero quedar atrás? ¿Estás testeando tus límites de valentía y sobrevivencia?
Si decides visitar
Investiga opciones que le den a tu dinero un uso beneficioso para alguna comunidad o agencia local en vez de una entidad nacional o gubernamental. Ve adonde puedas interactuar con los locales, descubre a las comunidades nómadas o menos conocidas, aprende de su cultura y tradiciones. ¿Vas a Laos? Programa una visita a las comunidades Hmong, entre las más homogéneas y antiguas del sudeste asiático. Planifica tu viaje con esfuerzo. Valdrá la pena. En Japón, si bien no está en mi lista de países controversiales, es posible ir a pueblos pesqueros y apoyar con trabajo voluntario. De esta forma, aprenderás técnicas de pesca que los nipones desarrollaron durante su época Edo (1600-1870). Lo mismo con Irán, puedes ir y apoyar pequeñas agencias de viajes que brindarán un tour personalizado de acuerdo a tus intereses.
Sé respetuoso con las costumbres locales
Esta es una regla sin importar en qué parte del mundo te encuentres. Países como Eritrea y Laos, suelen tener la costumbre de no hablar en voz alta o rechazar la ofrenda de una persona. Es considerado una falta de respeto hablar en voz alta en los lugares religiosos o donde veas gente leyendo.
En pocas palabras, cuando visites un país de este tipo, compórtate como si estuvieras visitando la casa de una persona por primera vez.