Se habla mucho del amor. A veces da la sensación de que se usa tanto la palabra que comienza a perder su sentido o como que su valor disminuyera. Yo misma al escribir esto digo “¿Hablar del amor? ¿Qué irá a pensar la gente?”… Suena como un concepto abstracto, tan repetido y, a veces, dejado de lado sin tomar en cuenta su valor.
Y es que el amor no es sólo una sensación agradable sino que es mucho más que eso. El amor se traduce en el cuerpo humano en una sustancia química que viaja por todo el organismo. No la vemos, pero ahí está.
Todas las emociones y sensaciones que experimentamos las personas son en realidad neuroquímicos, las famosas hormonas, sustancias que viajan por nuestro cuerpo comunicando nuestras neuronas y haciéndonos sentir de una manera en particular (asustados, contentos, angustiados, melancólicos).
La bien llamada “hormona del amor” es la protagonista el día de hoy y su nombre es oxitocina.
Cada vez que nos sentimos enamorados, que sentimos una conexión hacia otro, ya sea una pareja o un bebé, en nuestro cuerpo se está produciendo esta hormona, que nos hace sentir esa sensación tan placentera y agradable que llamamos amor. Incluso hay momentos muy específicos en la vida en que nuestro cuerpo produce oxitocina de forma natural y espontánea: durante el parto, la lactancia materna e incluso cuando tenemos relaciones sexuales.
Se preguntarán ustedes, ¿qué tiene que ver esto con la crianza?… La importancia de la oxitocina en los primeros años de vida es que cuando el bebé y niño tiene esta hormona en su cuerpo, ésta favorece no sólo su bienestar y salud, sino que también la calidad de la conexión que establezca con sus cuidadores (mamá, papá, abuelos) y su desarrollo cerebral.
Los bebés nacen siendo dependientes del amor y cuidado que los adultos a cargo le ofrezcan, y la oxitocina facilitará que esos cuidados sean de mejor calidad, una conexión cercana y fuerte que les ofrezca el amor y apego seguro que necesitan para comenzar la vida de la mejor manera.
Sus cerebros, que están creciendo y desarrollándose a gran velocidad, también se verán favorecidos con la oxitocina, pues ésta ayuda a que las neuronas (las células cerebrales) se conecten mejor, lo que se traduce en cerebros sanos e inteligentes y capaces de aprender con facilidad.
La invitación es, entonces, a ofrecer a los bebés y niños ambientes en donde abunde la oxitocina. ¿Cómo hacemos eso? Con mucho contacto piel con piel, abrazos, miradas cariñosas, besos, juegos y muchos momentos de risa y de pasarlo bien.
¿Se te ocurre alguna otra manera de demostrar el cariño?
¿Sabías sobre la importancia del amor en los primeros años?
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