Comunidad latina

Maria Lucia Thomas
Comunidad latina
Imagen: pixers.fr

Parte 1

Todo sucedió a partir de un comentario que dejó una mañana Valentina en el grupo de Facebook Latinos en Nueva Zelanda. Proponía algo descabellado: convertir a ese grupo virtual en una comunidad latina real.  Pensé que estaba chiflada, pues nadie se sumaría a semejante cosa.

Las horas pasaban y el comentario seguía sin respuestas, por lo que me olvidé por completo del asunto y seguí con mi día.

A eso del mediodía, luego de haber estado un largo rato navegando por la web, buscando trabajo y algún otro lugar donde quedarme –el ruido del hostel ya estaba afectando seriamente mi sueño- me fui hasta la cocina a preparar algo para almorzar. Puse la notebook y mi cuaderno en una de las mesas largas del centro, y luego me acerqué a la heladera para recoger mis pertenencias. Antes que pudiera siquiera abrir la puerta, mi pierna vibró. Tomé el celular; era una notificación del grupo de Latinos.

No le presté mucha atención y continué con lo mío.

Ya estaba salteando algunas verduras cuando el celular volvió a vibrar. No había aun visto la primera notificación, que apareció una segunda, y una tercera. 

“Es una locura”, “imposible”, “esto no tiene ni un sentido”…

El grupo parecía estallar en mensajes desalentadores hacia la propuesta de Valentina. Y ella, uno a uno, comenzó a responder los mensajes; siempre de la misma manera, tranquila, sin enojos.

“Gracias por tu comentario. Saludos.”

Y de repente sentí olor a quemado. Pense que quizás el celular había tomado temperatura por tanta actividad, pero no; eran mis verduras. Arroje el celular sobre la mesada y me dispuse a intentar recomponer mi comida. Pero ya era muy tarde. Todo estaba carbonizado.Y el celular que seguía vibrando. Lo tomé para ponerlo en silencio -ya estaba colmando mi paciencia- pero en lugar de eso no pude evitar retomar la lectura. Se ve que una parte de mi quería que al menos una persona le respondiese algo positivo.

Pero Valentina, se ve que algo frustrada, en seguida dejó de contestar.

Me sentí mal por ella. Nunca puede ser lindo recibir tanta pálida. Y hasta seguro que en su mente lo que sugería no sonaba tan descabellado.  

Y entonces, mi juicio inicial sobre el asunto tomó un giro inesperado.

Por qué no podríamos formar una comunidad? Tan imposible era? Después de todo, no estábamos la mayoría en la misma búsqueda de contención, apoyo… de un poquito de ayuda?

Me volví a sentir mal. Nadie, ni una sola persona se había tomado el trabajo de preguntarle cuál era su idea. Cómo pensaba llevarla acabo. Habíamos decidido que era imposible sin el beneficio de la duda. Y, lo era realmente?

Luego del almuerzo, limpié baños y pisos y salí a dar un paseo por Albert’s Park. A la vuelta, di una visita por el New World de Queen Street pues, con el incendio del mediodía, ya me había consumido los víveres de al menos dos comidas.

Al llegar de nuevo al hostel, comodé todo, me di una ducha y me tiré en la cama a descansar un rato antes de sumarme a ver la película que pasarían en el common room.

Pero la propuesta de Valentina volvió a revolotear por mi cabeza y las dudas afloraron una vez más. Casi instintivamente, tomé el celular, que estaba cargándose debajo de mi cama, entré en el grupo de Latinos y escribí:  

“Hola Valentina, quisiera saber un poco más sobre esta comunidad latina de la que hablas. Cuál sería el plan?”

En seguida me llegó un mensaje por privado.

“Hola Elena, cómo andas? Agradezco mucho tu respuesta. Después de tanta negativa es bueno recibir un mensaje de interés.”

“Verás, me ha surgido una oportunidad increíble. Apenas arribé a New Zealand, por algún tiempo, trabajé en el resto de una mujer Kiwi propietaria de varios terrenos. Una vez que me fui, no volvimos a comunicarnos, pero hace unos días me ha contactado otra vez. Yo le había comentado de mis ganas de formar una comunidad, y entonces a ella se le ha ocurrido que podríamos intercambiar trabajo por un espacio para vivir. Ella tiene un lugar en la isla sur, en el trayecto de Dunedin a Wanaka, donde podríamos quedarnos. Nosotros solo tendríamos que ponerlo a punto. Por lo que hablé, en un futuro prende alquilarlo.”

Con esta explicación todo cambiaba. La idea ya no parecía tan tirada de los pelos…

Le pregunté por qué no había sido más específica al escribir en el grupo. Esto es lo que me respondió:

“Creo que quien responda con interés de hacerlo estará arriesgando mucho. Para formar una comunidad es necesario ese tipo de valentía. Las cosas no serán hermosas al principio, va a haber problemas…”

Me impresionó su respuesta. Al final, Valentina parecía tener las cosas mucho más claras de lo que había imaginado. Y me di cuenta que mucha gente se iba a perder de esta estupenda oportunidad.

Me sumaría a su propuesta. Ahora, solo debíamos esperar por nuevos comentarios.

comunidad latina

Continuara…

<Si quieren saber sobre lo que esta ocurriendo con los inmigrantes en Nueva Zelanda por la pandemia les recomiendo este post de Silvia Massa>

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