Muchas conductas que, hasta hace algunas semanas, teníamos en forma automática, hoy las hemos reemplazados por actos conscientes y metódicos que no solo tienen que ver con nosotros mismos sino también con el cuidado de los demás.
Sacarnos los zapatos cuando volvemos de la calle (los que pueden salir), lavarnos las manos muchas veces al día, mantener 2 metros de distancia con otros que no viven con nosotros, cocinar más, limpiar más, ver más películas, hacer menos, ser más intencionados y conscientes en nuestras relaciones físicas y emocionales, son algunas de los cambios que estamos sosteniendo.
¿Cuales de estos y otros comportamientos mantendremos después que la pandemia haya sido controlada?
Es una pregunta importante para hacernos, ya que seguramente hay muchas cosas que no sostendremos, pero otras se integraran en nuestro día a día como un tarea natural.
Para la comunidad latina por ejemplo, el pensar que no podemos tener contacto físico con otros es muy difícil de aceptar.
• Bailar bachata sin tocarnos, nos parece patético, por decir lo menos.
• Visitar a nuestros seres queridos y saludar sin besos, no lo podemos aceptar.
• Conversar sin tocarnos, es imposible de admitir.
• Tener relaciones sexuales casuales, será contemplado, pero no creo que eliminado.
Entonces, ¿cómo lo haremos?
Seguramente, en un principio seremos cautelosos, pero pasado el tiempo nuestra naturaleza latina cederá a la necesidad que tenemos de sentir el contacto físico de los demás.
Ahora bien, los protocolos de aseo que hemos incorporado tales como: lavado frecuente de manos, quitarnos los zapatos que usamos en la calle en la entrada de la casa, el uso de mascarilla si estamos con síntomas de resfrió, el beber más agua, el cuidar la distancia cuando otros tengan señales de alguna enfermedad contagiosa, etc. creo que perdurarán más tiempo y seremos capaces de integrarlos en la familia, en los lugares de trabajo y los sectores que visitemos con más frecuencia.
Respecto de practicas espirituales como la meditación, el rezo, mantras y otros dependerán de la prisa con que nos integremos al mundo que solíamos habitar. Ese mundo se movía a una velocidad sin precedente que no nos dejaba tiempo para entrar en estas practicas, y hoy muchos han encontrado consuelo y crecimiento en estos trabajos.
Si le damos valor a estas practicas, pero ese valor de verdad, porque sentimos que aportan a nuestras vidas dándonos la paz y templanza que tanto necesitamos, entonces si seremos capaces de integrarlas a nuestro mundo; de otra manera, las abandonaremos y continuaremos sin ellas.
En cuanto a las relaciones sociales, en donde los Zoom, las tele conferencias, llamadas en grupo y otras practicas se han popularizado, a mi juicio es solo eso, popular. Es lo que podemos hacer, y no lo haríamos si no estuviéramos obligados a utilizar estas formas.
Lo importante acá es preguntarnos que buscamos cuando hacemos estos contactos, si es intimidad y proximidad, pues eso requiere de habilidades que tenemos que trabajar, y es ahora el momento de hacerlo. Si lo aprendemos, entonces lo podremos sostener. Si solo lo hacemos porque es popular, entonces lo dejaremos y muchas de esas llamadas no volverán a ocurrir.
Y ahora el amor, esas relaciones amorosas que estamos teniendo muchos de nosotros a la distancia, en donde el amor físico ha sido reemplazado por conversaciones de vulnerabilidad, de sorpresa, de esperanza, de dolor, de intimidad inesperada, de creatividad, de imaginación sin limite, y muchas otras cosas. Estas seguirán sucediendo, ya el amor es una necesidad, es como el aire que respiramos, es como agua para nuestros cuerpos, y eso lo necesitamos lejos y cerca, en todo momento y de todas sus formas.
Te invito a preguntarte lo que quieres mantener después de toda esta experiencia.
La transformación, integración y mantenimiento depende de las decisiones conscientes que tomemos hoy, las practicas que tengamos durante este tiempo y de la presencia reflexiva que queramos seguir manteniendo en nuestras vida.
¿Qué mantendremos después de la Pandemia?
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