El pasado fin de semana las condiciones marítimas eran perfectas, el viento suave y el sol brilló durante todo el fin de semana. Tomamos provisiones, nuestro equipo de camping, nuestro kayak inflable y partimos en dirección norte. A cuarenta minutos del centro de Auckland, justamente al pasar Puhoi, se encuentra a la derecha la carretera de Mahurangi oeste, que lleva a la bahía Sullivan, el punto de partida de nuestra expedición.
La bahía Sullivan pertenece a la red de parques regionales de Auckland y posee un aparcamiento amplio y servicios de calidad. Es un lugar idílico para acampar unos días, caminar, pasar el día con familia o amigos y pescar. La isla Pudding es un sitio popular entre los pescadores más ávidos, pues requiere mojarse hasta el trasero durante la marea baja si se quiere llegar al punto más codiciado desde donde lanzar el cebo.
Una vez preparados y aseguradas nuestras cosas, tomamos rumbo hacia nuestro destino, a la isla Motuora. El trayecto es de unos 6 km y nos tomó alrededor de tres horas de remada tranquila pero constante. A la ida rodeamos la isla Te Haupa por el sur para que el viento del suroeste nos hiciese más fácil la travesía. Durante el recorrido tuvimos la oportunidad de ver al curioso pingüino azul, bastante común en el golfo Hauraki.
La isla Motuora es un parque marítimo de alrededor de 80 hectáreas. Desde el año 1995 la sociedad para la restauración de la isla en colaboración con el departamento de conservación ha conseguido la eliminación de las especies invasoras y ha replantado gran catidad de masa forestal autóctona. A su vez ha conseguido reintroducir varias especies de aves nativas entre las que se encuentra el kiwi marrón. Se dice que la población de kiwi ronda los doscientos ejemplares. Las palabras de uno de los rangers con el que hablamos antes de salir fueron; lo difícil es no ver kiwis allí.
El campamento se encuentra al oeste de la isla, en “Home Bay“, junto a la casa donde vive la ranger. Tiene espacio para 35 tiendas, posee una ducha y un par de baños “long drop”. También hay un “bach” para cuatro personas, que se puede rentar a través de la página del departamento de conservación. Los caminos están muy bien cuidados y se puede recorrer la isla de punta a punta y llegar caminando, o en kayak, a sus otras playas.
Una vez entrada la noche y siguiendo el camino hacia el centro de la isla se puede escuchar el canto de los kiwis y si se tiene suerte y paciencia se pueden llegar a ver, algo casi imposible en la mayoría de Nueva Zelanda. Nosotros tuvimos esa suerte!. Recuerden que es importante cubrir la luz de las linternas con un plástico translúcido rojo o naranja para no deslumbrarlos y asustarlos. Pero esto no fue todo, a la mañana siguiente, las otras dos personas que estaban durmiendo en el campamento y que habían llegado el día anterior en kayak, al igual que nosotros, vinieron a despertarnos y nos dijeron que teníamos que ver algo en seguida. Nos dirigimos a la orilla y vimos como unos diez delfines “bottlenose” jugaban de manera enérgica a unos 20 metros de nosotros. Se pasaron allí como una hora dando saltos espectaculares, entreteniéndose y entreteniéndonos. ¡Menuda manera de empezar el día! Nuestra jornada continuó con la exploración del resto de la isla y sus playas hasta bien entrada la tarde cuando ya nos tuvimos que regresar a casa, muy a nuestro pesar. Fue una experiencia increíble que de seguro repetiremos.
No hay línea de ferry a Motuora pero si se animan a visitar la isla y no tienen barco pueden rentar un “water taxi” para que les lleve allí o un kayak para varios días. No se olviden de consultar el estado de la mar, el pronóstico meteorológico y de reservar antes de partir. Igualmente consulten con el departamento de conservación todos los requisitos de bioseguridad. Recuerden que se necesita un permiso especial para realizar eventos en la isla y que si les apetece participar o colaborar con su protección y restauración, pueden hacerlo a través de la Motuora Restoration Society.