De templos sagrados aquí y allí
En los viajes pude conocer tres recintos de la historia en los que el aire queda estancado entre árboles y bosques húmedos, en el que las raíces de los árboles penetran las paredes pero sin sucumbir ante la fuerza del tiempo y en los que la mirada del viajero se pierde entre el presente y el pasado.
Viví situaciones similares entre tres parajes históricos, Machu Picchu, Angkor Wat y Bagan Viejo. Perú, Camboya, y Birmania. Sitios muy distintos, atravesados por historias y cosmovisiones diferentes pero que me dejan muy en claro que la experiencia del viajero puede fundirse en el tiempo.
Veo fotos del Valle Sagrado en Perú, imágenes del Machu Picchu y Salkantay, y recuerdo los relatos de esa época de viaje. Quién era yo en ese momento… seguro que alguien distinto. Y recuerdo aprender cómo esa antigua, pero presente influencia del Imperio Inca modificó las estructuras de la Historia en la región, y de alguna manera también modificó mi percepción del mundo y cómo moverme en él.
En las profundas raíces de una Latinoamérica hoy conmocionada, esa misma civilización se fundió con potencia y vigor y los caminos se abrieron, luego la ciencia, el arte, la arquitectura, y toda esa cosmovisión propia de latitudes meridionales.
Recuerdo estar caminando por los antiguos senderos de Machu Picchu, sintiendo el aire fresco de la montaña y la niebla revelando lentamente las majestuosas ruinas. La inmensidad que rodea estos lugares no suele trasladarse en las imágenes, y aquello que rodea cada lugar solo puede quedar impregnado en la retina. A cada paso que doy sobre esas piedras milenarias me conecto sin querer con los rituales y vidas pasadas. Observando las terrazas agrícolas que se despliegan como escalones hacia el cielo, me maravillaba ante la ingeniería Inca y su profundo respeto por la naturaleza. Los símbolos tallados en las piedras me hablaban de una civilización que comprendía su lugar en el cosmos.
Mientras tanto al otro costado del mundo y en un repentino viaje en el tiempo, hoy escribo desde lo que fuera el Imperio Jemer, civilización que dejó huellas en las piedras en su paso por el mundo. Y esas mismas piedras siguen erigiéndose estoicamente en Angkor Wat como vestigios sagrados, es el complejo de templos religiosos más grande del mundo, donde la religión hinduista y budista, la espiritualidad, la conquista y la guerra se fueron mezclado en el tiempo con el calor húmedo del paisaje tropical.
Otro salto en el tiempo. Hace unos años caminaba por Bagan Viejo y me quedaba atónito con sus innumerables templos y estupas, el lugar ofrecía una serenidad incomparable. Al amanecer, los globos aerostáticos flotando sobre las ruinas creaban una vista etérea, recordándome la simplicidad y la espiritualidad de este lugar sagrado. La tranquilidad de Bagan invitaba a reflexionar sobre la naturaleza del viaje espiritual y la conexión con lo divino.
Los viajes me llevaron a caminar por esos rincones que hoy conecto con palabras y fotografías y como viajero latinoamericano, estas experiencias me hicieron reflexionar sobre nuestra propia herencia cultural y espiritual.
A pesar de las vastas diferencias geográficas y culturales, la búsqueda de significado, belleza y conexión con lo divino es una constante en la experiencia humana. Machu Picchu, Angkor Wat y Bagan, aunque distantes, comparten este hilo común que nos une a través del tiempo y el espacio.
Caminar por estos lugares sagrados es un acto simbólico, una metáfora del propio viaje de la vida. Al llegar a estos sitios, sentimos una conexión con el pasado, y al transitarlos, nos adentramos en un recorrido introspectivo, similar al que hacemos al avanzar por la vida.
Estos senderos antiguos no solo nos guían a través de ruinas y templos, sino que también nos llevan a un viaje a través del tiempo, conectándonos con las historias y aspiraciones de quienes caminaron antes que nosotros.
En estos momentos de quietud y reflexión, uno puede comprender que no solo se está explorando ruinas antiguas, sino también conectando con las mismas preguntas y aspiraciones que han guiado a la humanidad a través de los siglos.
Texto y fotos: ©Marcos Sanzano