México ha sido un líder de opinión y de influencia en la gobernanza mundial
La cuestión del uso de armas letales autónomas es un tema de discusión en la actualidad. La defensa de los controles globales de armas, y la compleja lista de tratados, acuerdos y compromisos de los Estados había apuntalado a la estabilidad y aportado previsibilidad a las principales relaciones de poder.
En el reflejo de la realidad geopolítica y económica y la amenaza al régimen de no proliferación surgen tensiones entre los Estados. Las instituciones de gobernanza regionales y globales nunca pueden garantizar la estructura subyacente del orden internacional. Al no haber demostrado estar completamente aptos para enfrentar amenazas de crisis derivadas del uso de armas, las potencias nacientes y pragmáticas desean rediseñar la gobernanza internacional y las instituciones para adaptarlas a sus propios intereses. Esto aunado al deseo de trasladar los mecanismos de control de los Estados hegemónicos a algunos de los suyos.
El Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (más conocido como Tratado de Tlatelolco) representa la decisión de poner fin al uso de armas nucleares, entre los gobiernos de América Latina y el Caribe en 1967.
Hace más de medio siglo, México encabezó un régimen de armas anti-nucleares que reunió a la región de América Latina y el Caribe para contraer la obligación de mantener su territorio enteramente libre de armas nucleares, comprometiéndose a no desarrollar ni adquirir armas de destrucción masiva. Al prohibir las armas nucleares, la región dió un paso decisivo para preservar la paz y la estabilidad internacional. Así como para promover el desarme nuclear global. Hoy México está desplegando lo mejor de su diplomacia, experiencia en desarme, identidad, posicionamiento de su discurso para darle forma al debate para regular o prohibir el uso de armas autónomas letales al nivel de un régimen de gobernanza global.
México ha desempeñado un papel constructivo en materia de desarme y control de armamentos. Su función se visualiza como un líder en las negociaciones multilaterales para dar forma a intereses, valores y creencias. Las relaciones de poder en el sistema internacional están cambiando rápidamente. Sin embargo, los esquemas de gobernanza global no logran los resultados esperados, lo que favorece la recurrencia de crisis y situaciones de inestabilidad o amenaza. Por otro lado, la falta de previsibilidad debilita las relaciones armoniosas y cooperativas entre los principales actores internacionales (estados, organizaciones intergubernamentales, empresas, ONGs) y dificulta llegar a acuerdos sobre regímenes públicos globales. Las respuestas a los desafíos y el surgimiento de cuestiones transnacionales requieren respuestas multilaterales, acciones coordinadas y asociadas y un fuerte impulso hacia la cooperación y el acuerdo. Sólo sobre esta base se podrá construir consenso para lograr una gobernanza global y reducir los riesgos y sus expresiones regionales. Están surgiendo potencias pequeñas y medianas para impulsar la fuerza que está remodelando el panorama internacional. Hoy en día, las potencias más grandes gestionan un mundo en el que el activismo de las potencias pequeñas y medianas comparte una característica fundamental. Estos Estados están decididos a ser jugadores, no espectadores.
México tiene una de las agendas de política exterior más ambiciosas en más de 60 años en materia de desarme. Esta es un área en la que México es percibido como “un fuerte líder de opinión”. Las Relaciones Internacionales hoy se caracterizan por intensas paradojas en las que los problemas de seguridad y preservación de la paz internacional tienen orígenes multifactoriales y pueden responder a diferentes acontecimientos. El tema del desarme, en particular el desarme nuclear, y las preocupaciones de estados como México, es reflexionar sobre la necesidad de repensar o reorientar posiciones en la agenda de desarme, más acorde a la realidad actual con el uso de las leyes.
El desarme ocupa un lugar destacado y constante en la política exterior mexicana. El nombre de México ha estado asociado a las principales iniciativas que han tenido lugar en este campo desde la Segunda Guerra Mundial. Es importante recordar las principales razones que han llevado a México a desarrollar una política participativa en materia de desarme. Las diversas propuestas de México, a nivel multilateral relativas al desarme, surgen de una política exterior basada en los principios del derecho internacional y su propia Constitución.
El interés de México por los temas de desarme es una derivación natural de la importancia que para el país tiene el principio de la solución pacífica de las controversias. Y, en consecuencia, el rechazo al uso de la fuerza, la vocación pacifista. También se ve sin duda fortalecido por el hecho de que México, desde la Segunda Guerra Mundial, no ha participado en ningún conflicto armado y, al mismo tiempo, se ha negado a enviar contingentes armados fuera de su territorio nacional. Para México, el tema del desarme no puede concebirse como un tema de interés exclusivo de potencias militares y de unos pocos expertos. El país ha sostenido que la carrera armamentista, por sus propias características, fundamentalmente en el ámbito nuclear, es un problema de alcance universal, que afecta a todos los estados por igual. No es sólo la seguridad de las potencias nucleares y del ejército en general lo que está en juego. Pero la seguridad internacional colectiva es la que está amenazada. México ha ejercido y ejerce el derecho a incidir en problemas que afectan sus posibilidades de desarrollo, afectan su seguridad y amenazan su supervivencia. También cabe recordar que México comparte frontera con uno de los países más armados del mundo. México ha afirmado, en numerosos foros, que la carrera armamentista aumenta la inseguridad de los estados. Ha cuestionado la supuesta validez de aquellas doctrinas militares que sustentan la carrera armamentista, ya que ésta constituye un elemento disuasorio de los conflictos y del uso de la fuerza.
Hay una conexión entre la producción de armas y los problemas de los países en desarrollo. El gasto en armamento crece sin cesar, pero no se trata de una tendencia exclusiva de las potencias militares y del mundo industrializado. También es una tendencia creciente en el mundo en desarrollo.
México ha tenido un historial exitoso en materia de desarme y, sobre todo, una tradición diplomática en este campo. La principal política que México ha seguido en virtud de su experiencia histórica no está divorciada de la búsqueda de sus intereses. Y en este sentido, la reafirmación del derecho internacional ha sido una parte clave de la formulación y práctica diplomática mexicana.
Texto ©Penelope Sanchez Portillo
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