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Un paseo por Viena

Naufrago de la luna

Hace tres años fui a Viena, la ciudad es muy bonita y se ve que hay gente a la que le va muy bien, abundan los coches caros, los relojes gordos y las camisas blancas. El tema de las camisas blancas es algo complicado e interesante. Hay dos clases de camisas blancas, las que se ponen la gente de dinero y las que me pongo yo. Cuando la gente de dinero se pone una camisa de este color siempre les hace parecer elegantes, pero cuando yo me pongo una camisa blanca, suelen pedirme el menú y una coca cola light sin hielo. Está claro que aun siendo las dos blancas, no pertenecen al mismo planeta de camisas. También es verdad que la percha hace bastante, y yo debo de  tener percha de camarero.

Si alguien va a Viena no debe de perderse el reloj Anker, es algo precioso que hay que ver a mediodía, a esa hora se ven todas las figuras y se escucha una música austriaca la mar de chula. Yo lo tuve que ver en Youtube, porque llegué a la una de la tarde, y a esa hora solo sale una figura triste y sin música. En serio, si no vas a estar delante del reloj a mediodía, no vayas. Por cierto, tampoco vayas otra vez a las siete de la tarde, como hice yo, porque no salen siete figuras, vuelve a salir una, y se te queda la misma cara de gilipollas, pero seis horas después.

Siempre he sido de llegar a los sitios con una puntualidad casi británica. Hace 136 años (por no decir que no me acuerdo, pero hace mucho tiempo) fui a la fiesta de San Fermín con un amigo. Salimos de Sevilla a las 10 de la noche, mi amigo no tenía carnet de conducir, pero no importaba, porque su labor era casi igual de importante que la de conducir, estaría toda la noche dándome conversación para que no me quedara dormido, incluso nos llevamos las preguntas del Trivial Pursuit para hacer el viaje más entretenido. Era el copiloto perfecto de no ser porque en Córdoba ya iba roncando. Creo que hay personas que mientras la muerte les pille durmiendo les importa un carajo morir. Mi amigo era el representante de este tipo de seres.

Llegué a Pamplona a las 11 de la mañana (una hora antes del chupinazo) con los ojos inyectados en sangre y sin ganas de vivir, pero lo había conseguido y me sobraba una hora.

Llegar a Pamplona y aparcar en Pamplona son dos cosas muy distintas. Recuerdo que escuché el chupinazo mientras intentaba robarle el aparcamiento a una vieja que le estaba costando trabajo aparcar en un supermercado. No lo conseguí. Al final aparqué el coche cerca de Lourdes (Francia) y eran las 12:45. Después de esta experiencia, estoy seguro de que muchos de los llamados peregrinajes a Lourdes son simplemente personas que van a recoger el coche después de la fiesta de San Fermín.

Mi amigo aún seguía dormido. Hay seres humanos que más que dormir, entran en coma. No es lógico que una persona aparentemente sana y normal duerma de un tirón más de doce horas en un coche. Supongo que estas personas, cuando duerme en una cama cómoda y blandita, pasan semanas dormidos hasta que alguien los despierta “a lo Pulp Fiction”, clavándole una inyección de adrenalina directamente en el corazón.

Dicen que si tenemos en cuenta la esperanza de vida actual las personas pasamos una media de 20 a 25 años durmiendo. Mi amigo podrá pasar esos mismo años pero despierto. Seguro que mientras escribo estas mierdas, el cabrón está roncando en algún lugar del mundo. Es que hace ya bastante que no lo veo.

Por cierto, es posible ir a Pamplona en San Fermín y no ver ni un toro, yo lo hice, también es verdad que si no fuese por las fotos, tendría dudas de que realmente estuve allí, el calimocho tiene esa “habilidad”. Viena es la ciudad de la ópera, incluso puedes verla gratis en una pantalla que ponen en uno de los laterales del edificio de la ópera estatal. Esto no se lo digáis a nadie, es un secreto. Es broma, esto lo sabe hasta la gente que no ha estado ni piensa estar nunca en Viena. Sentarse en una silla fuera de la ópera es más complicado que dentro, si a eso le sumamos mi puntualidad, te toca verla tirado

en el suelo como una ratilla. Esto es otro tema delicado que no tiene nada que ver con Viena, pero que quiero escribir. Hay gente que se sienta en el suelo y parece que está cómoda, suelen ser personas que hacen yoga o han nacido con todas las articulaciones, pero yo no soy uno de ellos, si paso más de media hora sentado en esa postura, el resto del día lo tengo que hacer en silla de ruedas.  La tumba de Mozart es otra cosa que no debéis de perderos, yo pasé cinco días en Viena y no tuve cojones de encontrarla. Dicen que el cementerio donde  está enterrado el compositor está cerca de un polígono industrial, eso dicen, porque polígonos industriales sí que vi muchos, pero sin rastro de Mozart. Creo que hay tantas versiones de donde está enterrado el compositor, que si queréis estar cerca de su tumba, no hace falta que os mováis, seguro que hay alguna supuesta tumba cerca vuestra.

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