Se habla de que los primeros años de vida, y las experiencias que vivimos este tiempo, nos marcan para siempre. El cerebro está creciendo rápidamente durante estos años y los niños ‘absorben como esponja’ cada nuevo aprendizaje, concepto y vivencia. Como educadora infantil tengo esto muy claro, y hace unos años profundicé en este conocimiento cuando conocí el trabajo del médico epigenetista Bruce Lipton, sus descubrimientos y enseñanzas.
Lipton nos cuenta que durante los siete primeros años de vida el cerebro funciona en un tipo de ondas electromagnéticas muy particulares: las onda delta y theta. ¿Qué tienen de especiales estas ondas? Son las mismas en las que nuestro cerebro funciona cuando estamos en estado de hipnosis.
Así es, durante los primeros siete años de vida, el cerebro de bebés y niños está completamente abierto y receptivo a internalizar toda esa información que los rodea; así como una persona hipnotizada que sigue instrucciones en ‘modo automático’ y luego quizás ni recuerde lo que hizo.
Lo importante de esto, es entender que cada experiencia y mensaje que reciben bebés y niños está programando su mente subconsciente. Ellos absorben toda la información de su entorno (lo que se les dice, cómo se les hace sentir, cómo se les cuida, etc.), y esto queda grabado en su mente ¡de por vida!
Se dice que los adultos actuamos el 95% del tiempo desde nuestra mente subconsciente, que es de donde vienen las creencias y conductas que guían nuestro actuar cotidiano. Ahora ya podemos hacernos una idea de cuándo y cómo fue que se formó esa mente, esos hábitos y modos de actuar que tan arraigados tenemos y que tanto nos cuesta cambiar.
Y todo esto ocurre antes de cumplir los siete años de vida, cuando nos encontramos en una época tan vulnerable, sensible y expuesta a lo que nuestro entorno y cuidadores (padres, familiares, profesores) nos dicen y hacen creer como ‘verdad’.
Si cuidamos a bebés y niños con amor, y los hacemos sentir valiosos y respetados, eso es lo que sentirán por ellos mismos en su vida. Si los alentamos a atreverse en sus desafíos y sueños, es más probable que en el futuro se sientan confiados y motivados a vivir la vida que ellos quieren vivir, confiando en ellos mismos y en el mundo.
¿Te pasa a veces que te sientes insegur(a) de tí mismo(a) y no sabes por qué? ¿O sientes un inexplicable miedo al rechazo? Puede que eso venga de experiencias tempranas en tu vida, de las que hoy no tienes recuerdo consciente.
Tomemos conciencia HOY, para que los mensajes que enviamos cada día a nuestros niños sean positivos, alentadores, potenciadores de autoestimas positivas.
Te invito a hacerte estas preguntas: ¿Qué huella estoy dejando en mis hijos con mis actitudes? ¿Cómo los hago sentir? ¿Cómo estoy marcando su camino hoy?
