“Cadáver Exquisito”, escrito por la autora argentina Agustina Bazterrica, es una obra que desafía nuestras concepciones morales más fundamentales. En esta novela, Bazterrica plantea un futuro donde la humanidad ha aceptado el canibalismo institucionalizado como una solución pragmática ante una crisis global de alimentos. La novela no solo es provocativa ya por esa idea, sino que también abre un espacio de reflexión sobre las estructuras de poder, la cosificación del cuerpo humano y la hipocresía inherente en una sociedad que se niega a aceptar sus propios privilegios.
Al leer este libro no pude dejar de pensar en la película “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green, 1973), al encontrarme con varios paralelismos. Ambos relatos presentan sociedades distópicas donde la vida humana ha perdido valor en función de necesidades económicas o políticas. Sin embargo, mientras “Cuando el destino nos alcance” nos lanza directamente a un mundo donde el canibalismo encubierto es un hecho consumado, “Cadáver Exquisito” se toma el tiempo de explorar la transición que lleva a ese horror. Este enfoque en el cambio progresivo, más que en el estado final, es uno de los grandes méritos de Bazterrica. No presenciamos una sociedad distópica establecida porque “así son las cosas”, sino que somos testigos de las justificaciones, las racionalizaciones y las decisiones escalonadas que llevaron a normalizar algo que creemos impensable.
Desde una perspectiva ética, tanto la novela como la película exploran la disonancia cognitiva de las élites. En “Cadáver Exquisito”, nuestro protagonista, que ocupa una posición privilegiada, rechaza explícitamente la idea de comer carne humana “para no cosificar al humano”. Sin embargo, simultáneamente participa en un sistema que justamente cosifica a las personas, convirtiéndolas en productos, marcándolas, sacrificándolas y distribuyéndolas como si fueran ganado. Este doble estándar expone no solo la hipocresía de quienes se benefician del sistema, sino también su incapacidad o negativa a reconocer su propio lugar de privilegio.
La película “Soylent green” conocida en Latinoamérica como “Cuando el destino nos alcance” aborda una temática similar, pero con un enfoque más superficial: los habitantes de clase alta consumen a otros seres humanos sin saberlo o eligiendo ignorar su origen. En cambio, Bazterrica profundiza en el sistema que mantiene estas desigualdades. La novela no solo nos muestra el consumo, sino también la maquinaria industrial que lo perpetúa: las granjas humanas, los eufemismos que se utilizan para deshumanizar a las víctimas, y los rituales que transforman lo atroz en algo cotidiano.
Un aspecto que me pareció fascinante de “Cadáver Exquisito” es cómo Bazterrica analiza la transición moral y psicológica de una sociedad hacia la aceptación del canibalismo. La novela no nos ahorra los detalles sobre cómo la necesidad, la manipulación mediática y la desensibilización progresiva moldean la percepción pública. Este enfoque hace que el relato sea profundamente inquietante, ya que nos obliga a confrontar la fragilidad de nuestras propias estructuras éticas: ¿qué tan lejos estamos de aceptar lo impensable, si las condiciones sociales y económicas lo justifican?
Finalmente, la obra de Bazterrica no se limita a criticar la cosificación humana en el contexto del canibalismo. También es una metáfora de los sistemas actuales que explotan cuerpos y vidas humanas bajo la máscara de la “necesidad”. “Cadáver Exquisito” nos recuerda que, aunque podamos decirnos horrorizados por la idea de “consumir” humanos, seguimos viviendo y aceptamos con mucha tranquilidad, un mundo donde millones de personas son desechadas, utilizadas y explotadas para sostener los privilegios de unos pocos.
En este sentido, el libro y la película dialogan con nuestra realidad, aunque cada uno lo haga desde ángulos distintos. Mientras “Cuando el destino nos alcance” nos muestra un horror silencioso en un sistema que ya se ha consolidado, “Cadáver Exquisito” nos obliga a mirar directamente al proceso que nos podría llevar a ese mismo lugar. Ambas obras son advertencias, pero Bazterrica nos empuja a un nivel más profundo de incomodidad: ¿qué parte de esa transición ya está ocurriendo ahora mismo?

