Foto: Javier Delgado Mascareñas
Desde el mismo día que descubrí la fotografía nocturna me pareció una disciplina fascinante.
No solo es como el sensor captura detalles que pasan desapercibidos para nuestros ojos, es toda la liturgia alrededor de la fotografía, decidir manejar el coche y salir de casa venciendo la pereza, saber que espera una sesión larga a menudo con bastante frío. Pero es algo que pasa a segundo plano una vez te encuentras en la localización, cuando estas sumergido dentro del silencio de la noche.
Rodeado de la inmensidad de los cielos Neozelandeses, es una delicia disfrutar de unos cielos sin apenas contaminación lumínica, es una locura estar unos pocos kilómetros de Dunedin (en este caso).
Y tener una visión tan clara de la Vía Láctea, no solo en el sensor de la cámara sino a simple vista.
Al otro lado del encuadre en contraposición a la Vía Láctea una tímida actividad de Aurora Australis. En este caso completamente desapercibida para el ojo humano pero que recoge el sensor de la cámara, una pregunta que me suelen hacer a menudo es, si son visibles a simple vista.
Desafortunadamente nos encontramos bastante alejados del círculo polar, es por eso que siempre la vamos a encontrar en el horizonte y con suerte una especie de pilares elevándose hacia el cielo. Con una intensidad muy alta es posible verla a simple vista aunque no con la espectacularidad que recogen las cámaras.