Esta semana vamos a hablar de la velocidad de obturación. Es el tiempo que el obturador de nuestras cámaras permanece abierto permitiendo el paso de luz hacia nuestro sensor. La mayoría de las cámaras réflex van a permitirnos una máxima velocidad de disparo de 1/8000 de segundo e ir descendiendo gradualmente hasta una velocidad de disparo de 30 segundos, ampliables con el modo BULB y un disparador externo.
Una mayor velocidad de obturación nos va a permitir congelar el movimiento mientras que una velocidad lenta nos va a permitir largas exposiciones con las que podremos jugar con la borrosidad del movimiento, un ejemplo muy práctico y conocido por todos es el famoso efecto seda en el agua.
Hay que tener en cuenta que a medida que vayamos aumentando el tiempo que nuestro obturador permanece abierto, dependerá del pulso de cada fotógrafo, pero en torno a 1/80 de segundo y velocidades de obturación más lentas será necesario el uso de un trípode para evitar que nuestras imágenes salgan movidas. Siempre y cuando no sea eso lo que realmente estamos buscando.
Al igual que la semana anterior, un ejercicio muy interesante que podemos realizar para ir viendo como va cambiando la estética de nuestras imágenes es utilizar el modo semiautomático de nuestras cámaras (prioridad al disparo, S=shot o shutter) en el que nosotros elegiremos que velocidad de disparo queremos usar y la cámara ajustará el resto de parámetros.