Sé que hoy estás triste, que tu color rojo de la bandera que representa la sangre de quienes lucharon en nuestras batallas hoy toma más protagonismo que el azul de tus dos océanos y el amarillo de la riqueza de tu tierra.
Sé que estás triste por quienes en busca de aclamar tus derechos han muerto, desaparecido o se encuentran heridos.
Sé que estás triste porque cada año son más los que quieren salir y probar suerte en otro país, dado que en el suyo no encuentran oportunidades tan básicas como seguridad, educación y salud de calidad.
Sé que por estos días en el marco del Paro Nacional todos los ojos del mundo están sobre ti, unos te señalan, mientras otros te apoyan. Por eso, escribo esta carta para decirte: ¡Colombia! somos más los que creemos en que manifestar pacíficamente nuestra opinión y exigir que tus derechos sean restituidos nos ayudará a entregarle un mejor país a las generaciones futuras.
Duele estar lejos y no poderte apoyar en el territorio, pero esta vida de migrante me ha enseñado que Colombia no es solo un “pedazo de tierra”; estás en todo el mundo a través de la presencia de los colombianos, no importa si es uno o un centenar cada uno de nosotros llevamos en nuestro corazón el tricolor de tu bandera.
Y aquí estamos con el corazón “arrugado” pero con la frente en alto contándole al mundo lo que está pasando, por qué estás atravesando por un estallido social que despiadadamente ha cobrado vidas y cómo a lo largo de generaciones el pueblo colombiano ha sido víctima del abuso por parte de sus propios gobernantes.
Quiero contarte que no estás sola en el continente, maravillosamente varios hijos de tus naciones hermanas en Latinoamérica se han unido porque ellos te entienden y están pasando por la misma situación, incertidumbre, ansiedad y desesperanza.
Como hija colombiana no pierdo la confianza en que paulatinamente podamos desarmar los corazones de quienes aún en los peores tiempos quieren empobrecer al más vulnerable.
Tampoco pierdo la esperanza en que las manifestaciones y las marchas de manera pacífica puedan contribuir a generar al menos conciencia sobre el rumbo por el que estamos encaminando la nación y anhelo que las elecciones de 2022 reflejen el descontento que tenemos hacia los gobernantes de siempre.
Me despido enfatizando en que no es momento de rendirse, es tiempo para reflexionar y encontrar una salida a través del diálogo y dejar a un lado la violencia, no podemos seguir siendo carne de cañón de los corruptos.
De mi parte trataré siempre de mostrar la mejor cara de mi país, hablar de las cosas maravillosas que tienes y a través de mi ejemplo lograr inspirar a otros a conocerte más.
Te llevo en mi corazón, Colombia.