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¿Cómo se forma el apego?

Consuelo Hepner

Cuando hablamos de apego, este importante vínculo que establece el bebé con su cuidador primario, solemos imaginar momentos de sonrisas, abrazos y calma entre ambas personas: contacto piel con piel, lactancia materna, pasar tiempo agradable juntos…

Pero, aunque todas estas instancias son necesarias para que el apego llegue a ser seguro, la verdad es que el apego se forma en situaciones de estrés.

¿A qué me refiero?

Se espera que cada bebé obtenga de sus cuidadores primarios (padres u otros), una sensación de seguridad. Esta seguridad la sentirá el pequeño en los momentos en que surja una necesidad (hambre, sueño, entre otros) y venga esta ‘figura de apego’ a ayudarle a satisfacer la necesidad para volver a la calma y reestablecer el balance emocional. Ahí está la clave: ‘existe un otro que me cuida y me hace sentir seguro y amado’.

Cuando esta experiencia positiva de ser cuidado y tratado con cariño se repite constantemente durante el primer año de vida del bebé, entonces podemos sospechar que se está construyendo una relación de apego segura con sus cuidadores. Recordemos que estos vínculos son los primeros y únicos que esta nueva personita ha tenido en su vida, por lo tanto es lo único que conoce.

Entonces, este vínculo de apego se fortalecerá con todos los momentos de amor y conexión cercana: abrazos, caricias, momentos agradables y de placer, pero por sobre todo, en aquellos momentos en que el bebé sintió estrés (tristeza, miedo, angustia), y fue atendido con cariño y delicadeza por un adulto sensible que conectó con su emoción y su necesidad.

“¿Cómo fue acogido mi llanto? ¿Quién y cómo me atendió cuando tuve hambre? ¿Cómo me hizo sentir esta persona?”

Recordemos que los bebés y niños menores de 6 años aún no son capaces de regular de forma autónoma sus emociones, por lo que se espera que un adulto (que sí puede) los asista y acompañe de manera empática y cariñosa en estos momentos.

¿Cómo ayudar a que el apego que se forma sea seguro?

Seamos adultos sensibles, conectados con nuestros bebes. Al estar en sintonía con ellos, será más fácil entender qué es lo que necesitan, y entonces poder responder de forma pronta, oportuna y cariñosa a esta necesidad.

Cada vez que ayudamos a nuestro bebé a volver a sentirse seguro en el mundo, estamos ayudándole a construir su propia imagen de forma positiva, junto con la sensación de que el mundo es un lugar bueno y amoroso, con gente con la que puede contar. Esto forjará las primeras experiencias, recuerdos y creencias de nuestro bebé, que lo acompañarán por el resto de la vida.

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