Nuestra protagonista, Tita, aprendió desde pequeña que la felicidad no es algo fácil de encontrar, sin embargo, la cocina le brinda la oportunidad de desahogar sus sentimientos. Todo sucede en el estado de Coahuila, México, en la época de la Revolución Mexicana (1910).
Tita es la menor de tres hermanas dentro de una familia en donde la tradición indica que la hija menor debe quedarse a cuidar a su mamá hasta que muera, sin derecho a casarse ni por supuesto, enamorarse. Todo se complica cuando Pedro Muzquiz, novio de la infancia de Tita, va a pedir su mano y “Mamá Elena” la matriarca de la familia, pone en claro que Tita no se puede casar pues se quedará a cuidarla, así que ofrece a Pedro la mano de su otra hija, Rosaura. El acepta con el pretexto de que es la única forma de estar cerca de Tita, y ahí es donde comienza esta historia con la que, en 1989, Laura Esquivel conquistaba la literatura de realismo mágico en México, cautivando no solo por la historia de amor sino también por las recetas que ahí se despliegan.
En esta novela, Tita comparte protagonismo con la cocina, pues es ahí donde se conjugan todos los sabores que puedes encontrar en las recetas y que se comparten capítulo a capítulo, acompañando cada uno de los sentimientos de Tita. Llevándonos con cada cucharada de su recetario a vivir desde los sabores amargos de una vida con Mamá Elena hasta la dulzura de su amor con Pedro, así como la complicidad entre ella y su hermana Gertrudis, reflejado tan bien cuando elaboran su postre favorito: torrejas de nata.
La incapacidad para oponerse a una tradición familiar de años es el pretexto que nos hace adentrarnos en estas 12 recetas tradicionales mexicanas que nos cuentan una historia llena de imágenes que, gracias a este realismo mágico, nos llevan a escenas que podrían parecer absurdas y aún así somos perfectamente capaces de creer, al reflejarnos en alguno de los sentimientos vertidos en cada receta: porque Tita expresa los sentimientos reprimidos mientras cocina y así las lágrimas vertidas en el pastel de una boda que deseaba suya llevan al fracaso un gran banquete de bodas, o la pasión que lleva dentro se ve reflejada en unas codornices en pétalos de rosa que provoca en la gente sentimientos que creían dormidos.
Aún cuando es una novela de amor, “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel, nos adentra sin romanticismos absurdos en la rivalidad que existe, desde la infancia, entre Tita y Rosaura, al contrario de la relación que tiene con su otra hermana Gertrudis. También vivimos como propio el miedo disfrazado de respeto en su relación con Mamá Elena, el amor incondicional hacia Pedro o el agradecimiento hacia el doctor John.
Así que a pesar de que no tiene un final convencional, es una novela que puedo recomendar sin miedo a que salgan decepcionados.
Eso sí, tiene ciertas formas de hablar que si alguien lo llega a leer traducido en algún otro idioma puede que se pierda un poco, sin embargo hay frases que se entienden en cualquier idioma, como esa de: “a la mesa y a la cama una sola vez se llama”.