Portada SociedadSalud y Bienestar Maternidad en Nueva Zelanda: un sistema privilegiado con aliadas

Maternidad en Nueva Zelanda: un sistema privilegiado con aliadas

Gema Chacon

Se celebran 30 años del reconocimiento profesional de las midwives en Nueva Zelanda y hemos querido charlar con Adriana Yianacou, partera desde hace más de diez años, quien ha ayudado a nacer a más de 600 bebés.

Dar a luz es un hecho trascendental en la vida de aquellas mujeres que deciden ser madres y biológicamente pueden hacerlo. Se trata de un momento íntimo, en el que se culminan nueve meses de gestación, en donde el bebé y la madre han pasado por una transformación casi mágica. 

Desde hace tiempo son más los movimientos que reivindican el derecho de las madres a elegir la forma y el lugar donde dar a luz. Nueva Zelanda es un país pionero en esta materia, pues a diferencia de países como España, Chile o Argentina, cuenta con alternativas al parto hospitalario subvencionadas y aseguradas por el gobierno. “No hay sistema de maternidad mejor que el neozelandés; aquí la mujer es el centro del cuidado, lo tiene todo; desde prescripciones a la posibilidad de elegir con quién parir, dónde y cómo”, explica Adriana Yianacou, midwife en Nueva Zelanda desde hace más diez años. 

Pregnant Woman and Her Husband hand showing heart shape.

UN SISTEMA PRIVILEGIADO 

Las mujeres embarazadas en Nueva Zelanda tienen derecho a elegir cómo y dónde dar a luz con una gama de opciones disponibles: en casa, en una unidad de maternidad primaria o  en un hospital obstétrico secundario o terciario. En lo referente al profesional que las asistirá, deben elegir un Lead Maternity Carer (LMC) que puede ser una partera (midwive) o un obstetra privado.

De acuerdo a informes emitidos por el gobierno neozelandés, el hospital es la opción predilecta por la mayoría de las madres a pesar de la creciente popularidad de las otras opciones. La gran ventaja de los partos en hospitales es que brindan acceso a especialistas si algo sale mal y a una gama más amplia de opciones para el manejo del dolor. 

La contrapartida de la hospitalización es la protocolización de los partos y el uso innecesario de medicamentos o intervenciones. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los últimos 20 años ha aumentado el uso de intervenciones que anteriormente sólo se realizaban para evitar o tratar ciertas complicaciones, como el uso de oxitocina para acelerar el parto o el número de cesáreas, que continúa creciendo a diario. 

Dar a luz fuera de un hospital es una decisión personal, con una fuerte carga cultural y emocional, que a menudo se considera un desafío pues desde el avance de la medicina moderna, el lugar predeterminado para el nacimiento es un entorno hospitalario. 

Las alternativas al hospital son el parto en casa o las unidades de maternidad privadas. Algunos hospitales cuentan con sus propias unidades de partos dirigidas por parteras, pero existen también centros independientes que generalmente ofrecen un enfoque más integral donde se practican los llamados partos activos. Partos en los que se pone en relieve la voluntad de la madre y su conocimiento biológico intrínseco.  “Generalmente si las madres escuchan su propio cuerpo y siguen sus estímulos encontrarán solas las posiciones más eficaces para facilitar el parto” explica Adriana. 

MÁS QUE UNA PARTERA, UNA ACOMPAÑANTE 

En Nueva Zelanda la decisión de dar a luz en casa o en una unidad de maternidad primaria es posible gracias a la figura de la midwive. La palabra midwive, que deriva del inglés antiguo y significa “con la mujer”, refleja el papel de acompañamiento de la partera en el viaje de la madre desde el embarazo y el parto hasta la maternidad. Se trata de una figura reconocida y regulada por el gobierno neozelandés desde 1990, cuando se reconoció a las parteras como “profesionales seguras y competentes por derecho propio”.

Recientemente la OMS ha puesto en relieve la importancia de la figura de la partera para tener un parto saludable. Y es que tal y como han demostrado muchos estudios, la presencia de una midwive reduce la duración del trabajo de parto, así como también la cantidad de cesáreas y las posibilidades de padecer depresión post parto. 

 “El midwifery en Nueva Zelanda es un partnership, un acuerdo entre la madre y la partera.” explica Adriana,  quien añade que es imprescindible que haya una conexión entre ambas partes y una buena relación “Tienes que tener confianza con tu partera pues es quien va a estar contigo durante todo el camino, para mí la conexión es un requisito fundamental para aceptar a una nueva clienta” . 

Adriana, quien dedicó gran parte de su vida al espectáculo como actriz de teatro, decidió formarse como midwive en 2007 fecha desde la que ha ayudado a nacer a alrededor de 700 bebés. Su decisión de convertirse en partera vino desde la pasión y tras haber vivido dos partos propios y el de una allegada desde muy cerca. “Soñaba con ser partera y pensaba que trabajo tan bonito sería recibir bebes a este mundo… Es magia” 

DERECHO A UN PARTO NATURAL 

Adriana defiende a capa y espada el parto natural y normal, que a su juicio se aleja del parto en hospitales “No podemos llamar alternativo al tipo de parto que hacemos nosotras (midwives), lo alternativo es lo que hacen en los hospitales”. Yianacou argumenta que la intervención que se realiza en el hospital no da privacidad ninguna a la madre, ni se trata de un proceso personalizado, en el que la paciente y su feto son escuchados y atendidos de acuerdo a sus necesidades. Además, añade que el aumento de las intervenciones médicas innecesarias socavan la capacidad de la mujer para dar a luz y afectan de forma negativa su experiencia de parto. “Está todo protocolizado y preestablecido, es un proceso con todos los pasos definidos que culmina con la inhabilidad de la mujer para dar a luz por sí sola”, explica. 

Las parteras en Nueva Zelanda se forman constantemente en técnicas de relajación, respiración y movimiento para facilitar el trabajo de las madres. Practican rebozos, masajes, malteadas y otras técnicas que ayudan al bebe a posicionarse correctamente para el parto y a la madres a encontrar la posición adecuada para dar a luz. En partos en casa o en unidades de maternidad intentan evitar en la medida de lo posible los fármacos anti dolor, que sustituyen con terapias alternativas como aromaterapia o meditación “Si el parto avanza de manera normal, y tanto la madre como su bebé están en buenas condiciones, no es necesario recibir ninguna intervención adicional para acelerar el parto”, explica Adriana. 

Concluyendo, lo importante en la maternidad es que no existe un criterio universal en lo referente al parto, pero tampoco en lo que tiene que ver con la crianza del bebe. Cada mujer tiene la última palabra sobre dónde y cómo dar a luz; no hay decisiones correctas o incorrectas. A menudo podrán darse circunstancias que no pueden controlarse y que obligan a cambiar el plan inicial. Lo importante es que se respete en la medida de lo posible la voluntad de la madre, así como sus tiempos y circunstancias y que el círculo familiar la arrope para hacer más llevadero un momento tan importante.

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