Construido durante la Primera Guerra Mundial para la compañía de seguros marinos y contra incendios de Nueva Zelanda, el edificio ubicado en el número 105 de Queen Street marca el paso desde las estructuras de estilo victoriano a construcciones de oficinas modernos.
Nos cuesta imaginarnos a la central calle Queen Street sin todos esos modernos edificios, lindas vitrinas y numerosos automóviles que dan vida a la principal arteria de Auckland. Entre las construcciones más altas en la urbe destacan el edificio “Metrópoli” con 155 metros de altura y 39 pisos; el “Vero Centro” con 172 metros de altura y 38 pisos; y, por supuesto, la emblemática “Sky Tower” que se eleva a 328 metros de altura.
Sin embargo, entre el paisaje y las fachadas podemos encontrar algunos edificios que hace cien años atrás también fueron llamados “rascacielos”, los cuales nos hablan de cómo esta ciudad comenzó a escribir su historia arquitectónica reflejo de una sociedad que comenzaba a dar sus primeros pasos hacia una economía mundial.
Uno de estos tesoros y que nos trasladan a comienzos del siglo XX es el “The Guardian Trust Building”, ubicado en plena Queen Street, se caracteriza por su gran reloj de números romanos que en su época era el encargado de que los habitantes de Auckland llegaran a tiempo a sus citas.
Con un estilo neoclásico, este edificio fue construido entre 1914 y 1918 para ser las oficinas centrales de la compañía se seguros “New Zealand Insurance Company Ltd.”. Fueron ocho pisos de hormigón armado diseñados por el arquitecto William Gummer con la misión de evocar solidez y prosperidad. Entre sus detalles más significativos destacan las altas columnas que dan la bienvenida al edificio y el mármol utilizado en su fachada y el vestíbulo proveniente desde Kairuru en la ciudad de Nelson.
El Guardián era usado para las oficinas principales de la empresa y además tenía otras 137 oficinas para arriendo. Fue remodelado en 1960 cuando la NZI se fusionó con la South British Insurance Company y pasó a llamarse New Zealand Trust Building, sumando un piso más a su estructura.
Hoy convertido en un edificio con 164 apartamentos privados, aún conserva el vestíbulo con acceso público donde es posible apreciar el piso de mármol, los detalles en bronce, el buzón y los ascensores.