Con la llegada de cada estación, el organismo entra en un proceso de adaptación que genera cierto tipo de alteraciones; algunas positivas y otras que necesitan mayor atención.
Por ejemplo, en otoño se afecta la producción de serotonina, sustancia cerebral que interviene en el estado de ánimo, de allí que en este momento las personas puedan tener sentimientos de tristeza y depresión.
“Durante invierno existe un aumento de los monocitos, lo cual eleva el proceso inflamatorio del cuerpo, haciéndolo más vulnerable a desarrollar enfermedades respiratorias y cardiovasculares” explica la Dra. Silvia Sánchez Ramón, jefa de la Unidad de Inmunología Clínica del Hospital Ruber Internacional en entrevista para el periódico El País, de España.
Por su parte, en primavera y verano se incrementan las horas de sol, esto además de favorecer la producción de Vitamina D, también genera una sensación de bienestar derivada, como dato curioso es en esta época donde tanto hombres como mujeres aumentan su deseo sexual porque se elevan los niveles de testosterona, hormona responsable del líbido.
Cómo cuidarse de los cambios negativos
No existe una pócima perfecta, pero se recomienda mantener una dieta saludable (frutas, verduras, proteínas) realizar actividad física mínimo 30 minutos diarios y respetar las horas de sueño, todo esto contribuye a mantener un organismo saludable, especialmente a nivel inmunológico.